miércoles, 2 de enero de 2019

Formación e investidura del caballero


La formación del caballero

Al principio de la Edad Media, era considerado caballero todo aquel guerrero que pudiera permitirse tener un caballo, pero con el paso de los siglos las circunstancias cambiaron. La caballería acabará convirtiéndose en una clase social.
Para ser armado caballero, el hijo de un caballero tenía que pasar casi la mitad de su vida, preparándose para el arte de hacer la guerra. Entre los siete o quizá diez años, el candidato era enviado a servir como paje en el castillo de un gran noble. 


Ilustración acerca del entrenamiento de dos jóvenes pajes equipados con armas y escudos de madera


Allí él y sus compañeros se instruían en el arte de cabalgar, manejar la espada, pero también en otros varios menesteres: aprender a vestir a su señor, cuidar de su caballo y de sus armas...





Hacia los catorce años, se les nombraba escuderos de un caballero en particular. Su entrenamiento se redoblaba ahora. Nuevos deberes se acumulaban a los anteriores. Pero su educación se estaba completando. Podían portar armas, montar a caballo, pelear al lado de su señor... 


Escudero entrenándose en el manejo de la espada

Aunque no exista un plazo concreto para que un escudero fuese armado caballero, hacia los 20 o 21 años, un buen escudero solía ser nombrado caballero


El entrenamiento incluiría el aprendizaje en el combate codo con codo con sus compañeros


El Ceremonial

En tiempos anteriores, la ceremonia medieval de armarse caballero era breve y estremecedora: el nuevo guerrero recibía un golpe brusco con la mano abierta en el cuello, seguido de la amonestación de que se comportara con valentía, lealtad y habilidad. Pero en el siglo XI, la creciente influencia de la Iglesia, sembró la semilla de la caballería religiosa. El acto de armar a un caballero se transformó en un rito formal, que exigía el juramento de que el caballero lucharía para defender la fe y por mantener sus preceptos morales. El ceremonial dependía además de otras circunstancias por supuesto, del rango y la riqueza de los participantes. Aunque con el tiempo se fueron estableciendo unas normas y rituales que, con ligeras variantes, solían ser frecuentes en casi toda la Europa feudal, cualquier caballero podía, si creía llegado el momento, armar a un escudero en cualquier ocasión.

Las distintas descripciones de estos ceremoniales que han llegado hasta nuestros días suelen marcar unas pautas comunes aunque insistimos que no pueden generalizarse. A continuación vamos a enumerar las más frecuentes formas como de armar a un caballero.

- Baño ceremonial
Más que un acto de higiene, representaba la purificación del espíritu del futuro caballero tras el cual emerge del agua "como un niño recién bautizado, sin rastro de pecado".

- Vestimenta
Tras el baño, el futuro caballero era vestido con una túnica blanca que representa su pureza, una capa púrpura que representa su sangre, la cual está dispuesta a derramar por su fe y unas calzas marrones, el color de la tierra, a la que todos regresaremos y que le recuerda precisamente lo efímero de la vida.

- Velar armas
Durante la noche anterior el futuro caballero permanecerá en oración en una capilla custodiando sus armas.

- Armado
Al amanecer y antes de ser nombrado caballero el escudero aspirante a tal honor, recibirá la bendición de un sacerdote y será equipado con un cinturón blanco, señal de su pureza, unas espuelas de oro "señal que será tan rápido como un caballo para obedecer los designios de Dios" y una espada de dos filos iguales que representaba la justicia y la lealtad.




- Juramentado 
Propiamente el nombramiento de caballero llevaba con sigo una fórmula general pero muy variable, en la que el oficiante inquiría al aspirante a caballero si realmente deseaba pertenecer a este nuevo status (aludiendo con esto a si era realmente consciente las responsabilidades que ello acarreaba). Al contestar afirmativamente se procedería a algún tipo de juramento de fidelidad, no solo a su señor, sino a su fe y a los principios que el ser un caballero, conllevan. Tras el juramento llegaba el espaldarazo.

"Pescozada" o espaldarazo
Consistía en sus inicios, en un golpe algo brusco* al iniciado que acabaría derivando en un golpe más suave a modo de "un pescozón" en la cara con la mano, o en el hombro (o en ambos hombros y cabeza con una rodilla hincada en tierra en señal de sumisión) con la espada plana. 
*Aquel golpetazo de antaño tenía como objetivo el que aquel solemne momento quedara grabado a fondo en la memoria del iniciado.
Las palabras que acompañaban este momento tampoco son una fórmula exacta. Recogemos aquí, a modo de ejemplo, un par de fórmulas con las que nos hemos encontrado

"Recuerda a Aquel que te ha hecho caballero y te ha ordenado" (fragmento del poema " La orden de Caballería"

"Despierta del malvado sueño y mantente alerta, con confianza en Cristo y loable en tu fama" Fragmento de un libro de oraciones datado en el año 1295)
Por último, el caballero oficiante o señor feudal, procedería a besar al iniciado en señal de paz y fraternidad.
Tras el ceremonial, solía organizarse un gran banquete para celebrar el señalado acontecimiento.

Miniatura en la que podemos observar una investidura colectiva

Pero no hay que olvidar que a veces no siempre había ocasión para tantas solemnidades y no eran infrecuentes los nombramientos improvisados, bien en pequeños grupos o incluso en masa, especialmente en momentos previos a una batalla, o justo después de ella.




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