viernes, 29 de agosto de 2014

Batallas de la Edad Media. Legagno, 1176

Continuamos con nuestras entradas relativas a grandes batallas de la Edad Media. Hoy, Legagno, 1176.

La batalla de Legagno formó parte de la cuarta campaña del emperador Federico Barbarroja contra las ciudades lombardas que reclamaban una mayor autonomía. En esta ocasión, doce ciudades se habían aliado con el Papa Alejandro VI formando una coalición, "la Liga Lombarda".


Federico Barbarroja

Barbarroja tenía como objetivo la ciudad de Milán, a donde se dirigía con unos 20.000 hombres. Las tropas de la coalición casi igualando a las del enemigo en número, se dirigían hacia Legagno.
El primer enfrentamiento armado tuvo lugar entre un pelotón de caballería lombardo y un grupo de jinetes alemanes de unos 300 hombres. La desproporción de fuerzas era evidente y los lombardos terminaron por huir, pero tal vez eso formaba parte de un plan preestablecido, una huida calculada. Los lombardos huidos se dirigieron a unirse al resto de tropas aliadas. El grueso de la infantería milanesa, se había reunido en torno al gran carro que portaba la insignia lombarda y se preparó para la carga de caballería alemana. 
El choque fue durísimo y durante el combate hubo un momento en que la batalla parecía decidida del lado alemán. Pero en el momento más difícil para la liga, las crónicas nos cuentan que llegaron tropas de refuerzo y la balanza cambió el sentido. El abanderado alemán había muerto, de Barbarroja solo encontraban a su caballo, gravemente herido... Entre las filas del emperador cundió el pánico. Corrieron a refugiarse tras los muros de la ciudad de Pavía, donde se reorganizaron tras aparecer por fin Barbarroja. Pero la derrota era ya un hecho. El emperador firmó una  tregua de seis años con la liga lombarda y en 1183 reconoció finalmente, la autonomía de las ciudades italianas (la Paz de Constanza). 


Juguemos con la Historia

En nuestra asociación, Mesaches, hemos recreado en videojuego la batalla aquí descrita, tratando de ser lo más fieles posibles a la historia y a los elementos que la componen, dentro siempre de lo que el editor de mapas del programa nos permite.
Como la mayoría de nuestras recreaciones de batallas medievales, Legagno 1176 está disponible para usuarios del video juego T-zar (socios, colaboradores o seguidores) que así lo soliciten a través de nuestro correo electrónico.


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- Manzikert, 1071

- Kalka, 1223

-Orewin Bridge, 1282

- Formigny, 1450

- Sluys, 1340

viernes, 15 de agosto de 2014

Castillos aragoneses: Peracense


Situado en la Comarca de Calamocha, Peracense es uno de los lugares de mayor interés turístico de la zona. En el pueblo mismo destaca la iglesia parroquial de San Pedro, cuya construcción data de 1740, y la casa Consistorial, de característico estilo de color rojizo, típico de la zona. Pero vayamos a lo que nos ocupa.

A escasa distancia del pueblo y tras una empinada subida, se encuentra el castillo de Peracense, uno de los más bonitos de entre los aragonés. Encaramado sobre las rocas, este soberbio enclave defensivo, fue de gran importancia estratégica durante la Edad Media, debido a su situación geográfica entre los reinos de Aragón y Castilla y los Señorios de Albarracín y Molina de Aragón. Aún a mediados del siglo XIV fue ampliado y reformado dando lugar al formidable conjunto que hoy, tras pasar por una cuidadosa restauración en 1978, se presenta ante nuestros ojos.




El conjunto esta dividido en tres sectores, correspondientes a los tres niveles o alturas naturales del terreno sobre el que se ubica en el nivel inferior, al que se accedía por una puerta retranqueada, hoy día reconstruida. Rodeada de una solida muralla de gran espesor se halla la albacara, un recinto llano y de gran extensión donde se encontraban las caballerizas y pesebres. En caso de peligro, en el se resguardaban las caballerías y ganado de la zona. 

Las caballerizas y pesebres quedan a la izda. fuera de la imagen

Aquí hoy día podéis encontrar una exposición de armas de asedio de la época (de ellas hablaremos en una próxima entrada). Esta exposición continúa ampliándose con la adicción de nuevas piezas.


La albacara contaba con un gran torreón angular que, derruido en pasados tiempos, no volvió a ser reconstruido. Aquí tenéis la imagen de su ubicación.

La base del torreón, justo en el centro de la imagen se destaca  del resto en una tonalidad más anaranjada

También entre ambos recintos se encuentra la torre del Hospital, torre vigia desde donde se domina uno de los flancos más expuestos del conjunto.

En esta segunda altura se encuentra la plaza de armas, que contaba con un gran aljibe para almacenar el agua de lluvia. Además del aljibe, la plaza de armas contaba con las estancias destinadas a las tropas, así como una capilla de la que solo se conservan restos.

Imagen de los restos de la capilla conservados


Vista de la plaza de armas y su aljibe, desde la"torre del homenaje" al fondo la torre del hospital

Entre la albacara y el segundo nivel, se encontraba el cuerpo de guardia, defendiendo la puerta exterior e intermedia. Era esta una construcción en forma de torreón, de sillería abovedada bastante bien conservada hasta nuestros días. 



El acceso al ultimo nivel, se hacía  a través de un puente levadizo, hoy sustituido por una escalera de madera fija, que da acceso a lo que parece una torre del homenaje. Pero esta no es tal propiamente, puesto que no posee habitaciones interiores. Su misión era más bien ejercer como gran muro defensivo o pantalla de protección, del último reducto situado en el nivel superior.

Ya casi en el tercer nivel, y tras atravesar la torre del homenaje, encontraremos a nuestra izquierda un pequeño habitáculo como segundo cuerpo de guardia

Techumbre 2º cuerpo de guardia (izda imagen) y acceso entre "torre de homenaje" (inf. imagen) y  recinto superior. 

Y subiendo las escaleras de piedra nos encontraremos finalmente con el acceso al nivel superior, donde en primer lugar encontraremos la cocina, de la que se conserva en parte su gran  horno circular y junto a ella la despensa.

Imagen de la despensa

Aljibe secundario frente a la cocina (a la izda de la imagen)

Perpendicular a estas estancias se encontraba el salón principal cubierto con bóveda de cañón apuntado y a su izquierda las dependencias privadas del alcaide, en realidad una pequeña estancia con chimenea. 

Salón principal


Sobre estas dos superficies se encuentra, la terraza superior, cubierta con lajas de arenisca colocadas escalonadamente con el fin de recoger el agua de lluvia y distribuirla mediante un ingenioso sistema a los tres distintos aljibes con los que contaba el tercer nivel.

Vista de la terraza, con la chimenea y el aljibe superior



En el entorno del castillo también podéis visitar la peña del Tormo, el pozo la Guipe los Castillejos,...

sábado, 9 de agosto de 2014

Reinos de Taifas: Albarracín


Tras la muerte en el año 1002 de Almazor, general en jefe de los ejércitos del débil Hixem II, se apodera del trono de Al- Andalus, Solimán, un usurpador cuya ambición personal cubrirá de sangre su reinado, hasta ser finalmente asesinado. Los nobles cordobeses nombran entonces al omeya Hixem III, pero es todavía más calamitoso que el segundo de los Hixem, por lo que pronto una extendida anarquía, destruirá la unidad árabe en España. Se crearán los llamados Reinos de Taifas. Casi cada ciudad o pueblo de Al-Andalus se proclama independiente, poniendo a su frente a notables locales.

Uno de los reinos que englobó comarcas hoy aragonesas, fue el de Albarracín. Su territorio se extendió por los cursos altos de los ríos Guadalaviar y Jiloca, más el trazado completo del río Alfambra. Salvadas a duras penas de las apetencias de su vecino, el rey moro zaragozano, tanto Alfonso VI de Castilla, como el Cid, devastarán sus tierras, pero una y otra vez saldrán a flote, hasta que serán los almorávides quienes acaben con su independencia.





En el siglo XII este enclave resurgirá en la historia peninsular como señorío cristiano independiente, con el nombre de Santa María de Abén Razín. Esta independencia durará hasta finales del siglo XIII, cuando acabe integrándose en la Corona de Aragón


La ciudad ocupa un meandro encajado del río Guadalaviar. Sus empinadas callejuelas empedradas, repletas de balcones y voladizos que casi se rozan unos frente a otros, el característico color rodeno de la zona reflejado en sus fachadas... hacen de esta localidad un lugar imprescindible de visitar de la provincia de Teruel.




La catedral, del siglo XVI, heredera del estilo gótico levantino


Callejear por Albarracín es descubrir siempre un rincón nuevo