domingo, 9 de abril de 2023

Vida cotidiana: la vivienda popular

En una pasada entrada del 2021 dedicada también al apartado de este blog al que hemos clasificado como la vida cotidiana, hablábamos del mobiliario medieval. Hoy es momento de que dediquemos un tiempo también a la vivienda de la época.

Esquema de la entrada

- Materiales y técnicas constructivas

  . La madera
  . La piedra
  . El barro
  . Combinación de materiales

- Tipos de viviendas

   . Viviendas rurales
   . Viviendas urbanas

Siempre resulta difícil tratar de generalizar en temas tales como la gastronomía, el vestuario, o la vivienda, cuando se intenta abarcar una determinada época de larga duración, como la Edad Media y sobre una geografía tan extensa como es la Europa de aquel entonces. No obstante trataremos de hacer un resumen lo más variado posible, acerca de las viviendas más comunes en la Edad Media, sea cual sea la geografía, la de alta montaña y la del valle, la vivienda urbana y la del campo.

Empecemos por hablar de los diferentes materiales constructivos más frecuentes en la época:

La madera 

Muy abundante en aquella época en la que Europa todavía estaba cubierta de abundantes y frondosos bosques, capaces de abastecer una demanda por entonces aún sostenible. En construcción podía utilizarse, bien como un elemento estructural en vigas, muros o tejados, o bien enteramente como elemento constructivo. Las viviendas rurales de madera han estado presentes en el paisaje de la Europa del Este durante siglos, mucho después de terminada la Edad Media. 

Un elemento cálido y un excelente termoaislante, tenía como inconveniente la peligrosidad que llevaba consigo el echo de que la única manera de calentar o iluminar un espacio, era a base de utilizar el fuego. Por no hablar de los incendios provocados por ataques de invasores o bandidos...

Por lo general y para evitar que se filtre el agua o el viento, las juntas recibían una capa de mortero bien de arcilla o bien de excrementos del ganado bovino o caballar.


La piedra 

En las montañas, o allá donde la naturaleza del terreno lo permitiera, la piedra era un material de construcción nada desdeñable. Sólido como ninguno otro, bien aglomerado, una casa construida en piedra proporcionaba una perfecta y duradera protección a sus moradores. Y en caso de incendio, este se limitaría a vigas interiores o tejados, relativamente fáciles de sustituir o reconstruir. Una casa de piedra digamos "tamaño familiar" de por aquel entonces era relativamente fácil de construir si disponías de material adecuado. No importaba demasiado el tamaño o forma de las piedras. no se trataba de erigir una catedral, bastaba con subir unos muros medianamente espesos  y tan altos como ganas tuvieras de trabajar, siempre podías ganar altura al subir algo más el tejado o bien rebajar el nivel del suelo. Los muros levantados con este tipo de piedra "no trabajada" se denominan en arte paramentos de mampostería irregular o de sillar irregular y eran bastante frecuentes entre construcciones rurales. Requería algo de tiempo seleccionar cada piedra para encajar las diferentes formas de estas piedras entre si. En los huecos entre ellas se trataba de empotrar, sin forzar demasiado los guijarros más pequeños. Este estilo de trabajo en el que no se emplea ningún tipo de mortero, se denomina a cuerda seca. Emplear este sistema no quita para que una vez acabada la construcción sus habitantes no decidieran sellar por dentro o por fuera los muros con barro o excrementos para evitar la pérdida de calor.

Precisamente para evitar esto, la otra forma de trabajar este tipo de muros de piedra era utilizar algún tipo de mortero natural como la simple tierra del lugar mezclada con agua y algo de paja menuda. El tiempo que necesitabas en hacer la masa lo ganabas en no ser tan selectivo con las piedras. Otro tipo de mortero de la época, claro no siempre a mano, sería el que emplearía cal y arena.

En cuanto al uso de piedra tallada, por estilo de piedra a emplear, no por su tipo geológico, por su forma de tallado, los paramentos pueden estar construidos por sillares, piedras de gran tamaño labradas en forma prismática,con todas sus caras perfectamente lisas, o por sillarejos, piedras menores en forma prismática, pero con sus distintas caras labradas en basto. Unas y otras  requerían de un trabajo especializado de cantería, solo que en distinto grado, lo que suponía un tiempo y un elevado precio del producto y eran por tanto algo casi exclusivo de utilizar bien con fines bélicos en la construcción de castillos o atalayas, o bien religiosos para erigir iglesias o ermitas.

Las casas de piedra, con un mantenimiento adecuado, han logrado sobrevivir durante siglos. Si debemos encontrarles un inconveniente, ese será sin duda la frialdad tan característica del interior de estas construcciones.

El barro

El más humilde de los elementos,  resultará  posiblemente el mejor de los materiales de construcción. Es fácilmente accesible, maleable, un perfecto termoaislante... en un tiempo en que cada cual tenía que valerse por si mismo, un campesino y su familia podía construir, reconstruir, o ampliar una vivienda, con la sola ayuda de sus manos (o casi, casi como veremos).

El barro podía utilizarse básicamente en dos formas o sistemas constructivos diferentes, que no requerían unas herramientas demasiado especificas o el empleo de hornos y que ahora vamos a explicar de una forma breve y sencilla:

- Levantar muros de tapial.

Era este un sistema muy sencillo de trabajar. Consistía en ir elevando las paredes de una construcción (una vivienda, un muro divisorio...) mediante la ayuda de unas tablas de encofrado cuyo espacio entre ellas (un par de palmos como mínimo) iba rellenándose de barro entremezclado con materiales como paja,  pelo de ganado vacuno, crines de caballo... para a continuación, compactar todo ello con el peso de tu propio cuerpo pisando una y otra vez el material, o bien con la ayuda de un herramienta rudimentaria, una simple piedra plana y pesada, unida de alguna forma a un palo largo y fuerte denominada pisón. Tapial es el nombre de la tabla empleada para encofrar y tapia el nombre del muro creado con este sistema.

 Un método, relativamente rápido de construcción, (precisaba dejar un tiempo prudencial de secado antes de subir la siguiente hilada de encofrado) no precisaba como hemos visto de herramientas especiales, habilidades particulares, ni conocimientos de arquitectura para poder construirte un cobijo decente para ti y tu familia.

- Construir con adobe

Se requiere más tiempo, algo de infraestructura (muy básica eso sí) y una planificación adecuada. Un adobe es un pequeño bloque de construcción macizo echo de barro seco, pero no cocido, mezclado con algo de paja. Fabricar este tipo de bloques estaba al alcance de cualquier campesino de la época. Era preciso eso sí, construir previamente en madera un molde cuadrado que te permita una vez relleno de la mezcla de barro y paja, crear tus adobes todos iguales. Se aplasta un poco la masa para compactarla y se añade más. Se vuelve a compactar. Con ayuda de algo recto a modo de regleta, se elimina el material sobrante. Todavía en tierno, el adobe se saca de su molde y se deja secar al sol. A continuación se vuelve a rellenar el molde con la pasta y se vuelve a repetir el proceso una y otra vez. Habiendo preparado previamente una buena cantidad de masa, en una sola jornada se pueden preparar un gran número de bloques. Tras un tiempo prudencial de secado, tus adobes están listos para ser usados. 

Este elemental sistema de producción artesanal, en muchas ocasiones permitía obtener un sobrante de material que se podía intercambiar por otros productos, por lo que era frecuente que un campesino y su familia dedicase algo de su tiempo, entre faena y faena, a la producción de adobes.

Tanto las construcciones de adobe, como las de tapial, por sus características requerían de unos cuidados de mantenimiento similares. Como puede comprenderse fácilmente, unas fuertes lluvias prolongadas pueden acabar echando por tierra todo tu esfuerzo constructivo, convirtiendo tu vivienda en puro barro. Para que esto no suceda, este tipo de construcciones se cubrían con tejados de grandes voladizos. Dada la escasa altura que alcanzaban estas viviendas, este método de protección resultaba bastante eficaz aunque no suficiente. Los muros de adobe y tapial recibían una capa de revoco del mismo material, barro, como de un par de dedos de grosor. Aunque no dejaba de ser también barro seco, la función de esta capa era proteger el muro de la lluvia, de manera que en caso de que esta fuera intensa, el daño solo afectara al propio revoco. Pasadas las lluvias, bastaría con jarrar las partes afectadas donde se haya desprendido el revoco.

Por cuanto se ha dicho, puede entenderse que este tipo de construcciones son adecuadas para una geografía de clima mediterráneo, e impropias en áreas de gran pluviosidad durante todo el año. Y aunque en época de lluvias resultaran ser casas húmedas, en verano resultaban frescas pues las paredes absorbían el calor del Sol durante el día y lo expulsaban lentamente durante la noche. Y en invierno mantenían el interior relativamente cálido con el calor deprendido por el fuego del hogar.

- La réjola

Construir un edificio de réjola más comúnmente conocido este material como ladrillo cocido, tenía todas las ventajas termoaislantes de los anteriores y ninguno de sus defectos respecto a las humedades o las fuertes lluvias. Resultaban construcciones sólidas, macizas, cálidas, perdurables en el tiempo con un mantenimiento mínimo. Pero ¿donde está entonces la traba? si era un material tan bueno... (conocido ya desde la antigüedad persa) ¿por qué no se construía siempre con ladrillo? sencillamente era una cuestión de precio.

Fabricar ladrillos suponía un gran coste. Para empezar la materia prima no podía ser cualquiera. La arcilla empleada de base debería ser la adecuada, libre de impurezas, cualquier pequeña piedrecilla o similar podía hacer deformarse o incluso romperse el ladrillo durante el proceso de cocción afectando con ello a veces, no solo al propio ladrillo, sino al quebrarse, echar a perder algunos otros de los que le rodean.

Eso acarrea que los ladrillos deben fabricarse en la zona donde la arcilla es la más adecuada, y alrededor de esa zona deben establecerse los hornos adecuados para cocerlos. Además en la zona debe haber siempre leña suficiente para abastecer estos hornos, de lo contrario el transporte de la misma encarecería en producto. Sobre coste que se añadiría al propio coste de transportar el ladrillo una vez cocido, hasta el lugar de construcción. Como veis para construir en ladrillo deben darse toda una serie de circunstancias favorables que no se darán en la Edad Media, hasta bien avanzada esta. El ladrillo requiere de una demanda que sea lo bastante fuerte como para crear ese mínimo de infraestructura básica que se precisa para su fabricación, mano de obra especializada, transporte, pero lo que es más importante, una situación de estabilidad social que permita crear todo ese mundo necesario alrededor de la producción y el transporte del material. Y esto solo se consigue hacia el final del medievo.

Esa fuerte demanda provendrá al principio sobre todo de la necesidad de construir edificios imperecederos ya sea públicos como iglesias, lonjas de comercio, como privados, residencias urbanas para la nobleza, que se traslada a los nuevos centros de poder y comercio en que se transforman la ciudades, o para las nuevas clases altas emergentes que puedan permitirse tales dispendios. El grado de perfección y belleza de algunas de estas construcciones llegará a alcanzar la categoría de arte, el mudéjar.

Para el resto de los mortales, el ladrillo se limitará a ser usado ocasionalmente y por lo general como elemento estructural-decorativo en jambas de puertas o ventanas sobre todo, o en ocasiones, basamentos, aleros, o poco más, todo por supuesto, según el poder adquisitivo de cada cual.

- Combinar materiales

Sobre la base de estas tres materias primas y con arreglo a la disponibilidad del entorno, la climatología y otras circunstancias. las viviendas medievales podían construirse combinando más de una técnica buscando la máxima eficacia en el resultado final.

Bases sólidas de piedra o ladrillo evitarán las filtraciones de humedad por capilaridad. Una estructura de buena madera tabicada con tapial o adobe y reforzada en los principales ángulos con travesaños de madera soportará mejor la presión del peso de las gruesas paredes permitiendo alzar las nuevas construcciones en dos y hasta tres alturas además de añadir soportes capaces de duplicar la superficie de tejado voladizo. Si además sustituyes o incorporas un jarrado  cuya base de mortero en lugar de arcilla sea un material más resistente a la intemperie como la cal, te aseguras una vivienda capaz de resistir el paso del tiempo para ti y para tus descendientes posiblemente durante varias generaciones.


Y ahora vamos con el siguiente punto. Ya sabemos de que y como estaban construidas las viviendas medievales. Pero... ¿cómo era el aspecto del interior  de una de estas viviendas? y su exterior?

Aquí es donde más difícil puede resultar el tratar de generalizar. No obstante, vamos a tratar de dar ahora algunas pinceladas sobre el tema.

A parte de con qué tipo de material está construida y revocada una casa o si es rural o urbana hay algo que marcará el aspecto y silueta de una casa, el clima local. Los tejados de las casas deben adaptarse lo mejor posible a una climatología adversa, siendo más inclinados cuanto mayor sea el riesgo de nevadas intensas o prolongadas, mientras que serán pandos en zonas de climas suaves o incluso en terraza en los climas más secos.

La silueta también cambiará con arreglo al tipo de casa según sean rurales, viviendas más anchas y bajas de una sola planta, o urbanas, donde la importancia de sacarle el máximo partido al espacio, léase cada metro cuadrado de solar disponible, obliga a sacarle el máximo partido tanto hacia arriba construyendo una planta o incluso dos, más el altillo, como hacia abajo, excavando una bodega más o menos espaciosa.

En su interior también diferían bastante unas y otras viviendas pues tenían que adaptarse a cometidos distintos aunque en algunos aspectos similares.

Para el campesino y su familia, que pasan la vida a la intemperie ocupados en las múltiples tareas que les requieren, su vivienda era el lugar donde refugiarse de los elementos, donde dormir a cobijo, donde pasar los largos oscuros e interminables días de invierno y tal vez si llegan a alcanzar la vejez, donde descansar arropados por su familia. Pero también es el espacio donde recoger sus escasas pero valiosas herramientas, sus aperos y donde sobre todo, cobijar sus animales al oscurecer ante la amenaza de las alimañas y de los amigos de lo ajeno.

La vivienda del campesino se limitaba por lo general a una gran y única estancia polivalente. Almacén, cocina-sala de estar, durante las horas de día, se convertía en dormitorio común-cobertizo de animales durante la noche. Reduciendo su acceso a una única puerta al exterior, sin ventanas, cuidando no dar puntos débiles a su defensa, su interior era oscuro ennegrecido además por el hollín y la ceniza del hogar que todo lo envolvía (las chimeneas, tal y como hoy las conocemos tardaron en hacerse algo frecuente en el medievo).

No tan lúgubres posiblemente y mejor ventiladas fueran las viviendas urbanas. como hemos dicho más pequeñas en planta, esta solía contar con un pequeño patio o corral interior. Una puerta a la calle y otra al corral eran los únicos vanos de los muros en la primera planta o planta comedor-cocina. Aunque si eras un artesano bien podías pensar en darle mayor vista a tu trabajo con una ventana abierta al público donde se aprecie tu taller y tu obra en una especie de antesala separada de lo que sería propiamente tu espacio privado. Lo habitual además en estos casos era trabajar a la puerta de tu casa en algún tipo de caballete de quita y pon, al cobijo de alguna lona o tela vistosa o bien de algún modesto porche fijo o desmontable según, si las ordenanzas municipales lo permitían.




La planta de arriba era la ubicación de los dormitorios de la familia. Esta planta dispondría de ventanas y algún tipo de contraventanas, (los cristales tardaron mucho tiempo en hacerse algo habitual en las casas) tanto hacia el exterior como hacia el patio, para aprovechar el espacio al máximo. No era infrecuente habilitar una parte de la zona más alta de la estancia o su totalidad como una especie de almacén-granero, pues solía ser lo habitual disponer de algunos animales como gallinas o incluso cerdos para el consumo propio. Al igual que en el caso de las viviendas rurales estos animales dado su valor, se recogían en el interior de la vivienda al anochecer. Como recurso adicional con el que obtener alimento extra, muchos de estos altillos/graneros se transformarían en palomares.


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-Vida cotidiana. Mobiliario medieval
- La gastronomía medieval.
- Los caballeros en la mesa.
- Los heraldos en la Edad Media.
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- Literatura medieval en los reinos hispanos.
- Transportes y navíos de guerra.
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