viernes, 26 de agosto de 2016

Batallas de la edad media: Crécy 1346

Tal día como hoy...

un 26 de agosto de 1346, en los primeros años de la denominada Guerra de los Cien Años, tuvo lugar la batalla de Crécy.


Un poco de historia



A la muerte del rey Carlos IV de Francia, acaecida en el año 1337, es coronado como su sucesor, Felipe VI. Eduardo III de Inglaterra, perteneciente también a la familia de Valois reclama el trono de Francia a la muerte de Carlos, proclamándose el mismo como legítimo rey de Inglaterra y Francia. Así comenzaba la guerra de los Cien Años. 
La primera gran acción bélica de este largo conflicto, será la batalla de l´Ecluse en el año 1340 (también llamada de Sluis) de la cual ya hemos hablado en una anterior entrada. A consecuencia de la victoria naval de l´Ecluse, el Canal de la Mancha quedaba bajo dominio inglés. Esto permitió que en 1346 Eduardo pudiera desembarcar sus tropas en el continente sin ningún problema. Invadiendo Normandía, se dirigió hacia la conquista de la capital de Francia.



Tras sus experiencias en las guerras de los lejanos campos de batalla de Escocia, los ingleses traían consigo unas nuevas tácticas de combate. La práctica les había demostrado que unos simples lanceros a pie, eran capaces de hacer frente a la carga de los pesados jinetes de la época y que los buenos arqueros ingleses armados de potentes longbows podían acabar, no solo con los lanceros enemigos, sino incluso con su caballería pesada, puesto que sus flechas eran capaces de atravesar prácticamente cualquier parte de su armadura a excepción quizá del pectoral. Y pese a que a los caballeros ingleses de noble cuna, no les hiciera demasiada gracia combatir como simples lanceros de a pie con armadura, entre los arqueros, humildes campesinos armados con arcos largos, debieron admitir que la nueva táctica funcionaba perfectamente. Los franceses, ajenos a esta novedosa estrategia, estaban a punto de corroborar por primera vez en sus propias carnes, su efectividad.


La batalla de Crécy

Felipe había conseguido reunir un enorme ejercito a su alrededor cuya mayoría abrumadora hizo replegarse en un principio a su oponente hacia territorio amigo en dirección a Flandes con los envalentonados franceses siguiéndoles a buen paso. Eduardo, viendo terreno apropiado, acampó en Crécy con objeto de dar descanso a sus hombres, aprovisionarse y con la ventaja del terreno elevado a su favor, quiso hacer frente a su enemigo en ventajosas condiciones. Los ingleses partieron sus fuerzas en tres divisiones, el grueso central de las mismas era ocupado por los caballeros desmontados quienes en sus flancos y formando un ala inclinada sobre el eje de los mismos, se extendía una gran masa de arqueros en dirección al enemigo. Cada arquero tenía consigo una fuerte y afilada estaca que, clavada en tierra en dirección al enemigo le servía como sencilla defensa contra la caballería contraria. Además los arqueros tuvieron tiempo suficiente para cavar una serie de hoyos bajo el suelo justo delante de su posición y disimularlos con tierra y hierba de forma que la caballería enemiga tropezará en ellos. Tras estas dos divisiones, se situaba una tercera de reserva justo en el centro de ambas, flanqueada también por arqueros al mando del propio Eduardo III. Los carros y caballos se situaron también a retaguardia a modo de parapeto de defensa.

Las primeras tropas francesas llegarían al campo de batalla la tarde de aquel 26 de agosto. Los orgullosos nobles y caballeros franceses, sin esperar que el grueso del ejercito les alcanzará y establecer una formación de combate adecuada, enviaron con apremio delante suyo a los ballesteros mercenarios genoveses, que al llegar al pie de la loma, comenzaron a recibir nutridas andanadas de flechas inglesas.
Además la lluvia estaba dejando el terreno fangoso y las cuerdas de sus ballestas destensadas por la humedad. Cansados por la fatigosa marcha anterior con todo su equipo a cuestas y la carrera última en semejante cenagal, completamente desprotegidos, pues los escuderos encargados de protegerles con los grandes paveses no podían disponer de ellos, cargados aún como estaban muy lejos, en los carromatos, comenzaron pronto a retroceder en desbandada.
Los genoveses se encontraron con la dificultad añadida de que las cuerdas de sus ballestas destensadas como hemos dicho, por la humedad, resultaban incapaces de devolver los disparos sobre aquel barrizal. Sin embargo los ingleses, acostumbrados a combatir en los húmedos climas de su tierra, llevaron protegidos sus arcos y cuerdas hasta el último momento en fundas impermeables.


Paveseros y ballestero franceses con protecciones hacia 1340 y ballestero con pavés pequeño a su espalda



Los caballeros franceses, furiosos por la deserción genovesa,  y ansiosos por cargar contra los ingleses, arremetieron contra los fugados quienes obstaculizaban su trayectoria. Avanzaron en su carga sin miramientos, llevándose por delante a los "cobardes" mercenarios mientras una lluvia de flechas caía sobre todos ellos. Cargando entre fango y cadáveres, los caballeros consiguen lanzarse colina arriba, en una carga lenta y dificultosa cayendo a centenares bajo las mortíferas flechas inglesas disparadas sin cesar. Solo algunos, en un determinado momento de la batalla, consiguieron llegar al choque cuerpo a cuerpo, con el enemigo, poniendo en cierto apuro al Príncipe Negro que se ganó a pulso sus espuelas de caballero.
Los franceses continuaron combatiendo con gran valor durante toda la tarde, pero a costa de graves pérdidas debiendo finalmente optar por retirarse.
Según algunas fuentes consultadas, murieron 1.250 caballeros y 15.000 hombres de armas bajo una lluvia de flechas que se calcula cercana al medio millón.
Por primera vez en el continente, unos sencillos campesinos, armados con arcos y flechas, vencían a la poderosa élite de la caballería pesada de la época, sin embargo los franceses no fueron capaces de sacar ninguna conclusión  negativa a cerca del valor de la caballería frente a la nueva estrategia inglesa.
Tardarán más de cien años, (y a costa del sacrificio de miles de vidas) en darse cuenta de que la guerra en Europa había cambiado.


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miércoles, 17 de agosto de 2016

Batallas de la Edad Media: Verneuil 1424


Tal día como hoy ...

...un 17 de agosto de 1424, tuvo lugar la batalla de Verneuil.


En esta nueva entrada sobre batallas de la Edad Media, tendremos ocasión de conocer otro episodio de la guerra de los Cien Años. 


Un poco de Historia

Tras la muerte de Enrique V de Inglaterra y de Carlos VI de Francia, y habiendo sido conquistada toda Normandía en 1418, tras la batalla de Azincourt (1415), y con el propio París en manos de los de Borgoña y sus aliados los ingleses, es proclamado en la capital como rey de Francia, Enrique VI, rey también de Inglaterra, de apenas unos meses de edad. Para la regencia y hasta su mayoría de edad, se escogió al Duque de Bedford.
Pero las cosas no podían quedar así para los franceses. Los armagnacs, proclamaban por su parte en Bourges al delfín de Francia, Carlos, como el  rey legítimo.

La batalla de Verneuil

Carlos había conseguido reunir en torno a sí, un heterogéneo ejército (en buena parte mercenarios), dispuesto a recuperar Francia y en agosto de 1424 conquistaba Verneuil-sur-Avre, en Normandía. Para recuperarla, inmediatamente acudió el regente con su ejército.
La confrontación se desarrollaría en un terreno despejado al noreste de Verneuil delimitado por el bosque de Piseux por el norte y el rio Avre y la propia Verneuil por el sur.
Los hombres de Carlos fueron distribuidos siguiendo este orden: en el extremo izquierdo la caballería milanesa, a continuación las fuerzas a las órdenes del vizconde de Narbona y las del duque de Aleçon, seguidas por las tropas escocesas al mando de Douglas y las de Buchan. Y en el extremo derecho la caballería reclutada en Lombardía.
Por su parte, el duque de Bedford distribuyó a sus hombres en dos grandes grupos, uno frente a las fuerzas escocesas y el otro frente a las francesas, dirigido este último por él mismo, mientras el conde de Salísbury estaría al mando del primero. Estas formaciones agrupaban cada una a la infantería en un bloque central,  que era flanqueado por un nutrido grupo de arqueros que desde los extremos de dicho bloque se extendían en ángulo hacia adelante, uniéndose ambos grupos en el centro del campo de batalla formando una linea continua de aspecto amenazador. Quedaba a retaguardia una fuerza de reserva de arqueros encargada de proteger el tren de suministros al mando de Glasdale, quien había dispuesto distribuir carros y caballos formando una especie de circulo fortificado.

Las primeras tropas en iniciar las hostilidades fueron las milanesas. Sin esperar ordenes, la caballería cargó contra los arqueros situados enfrente, quienes todavía trataban de clavar las estacas con las que, apuntado afiladas hacia el enemigo, habitualmente les servían como someras defensas. Sin estas, les resultó fácil desbaratar las lineas inglesas, aunque cometieron un nuevo error, en lugar de buscar la ventaja obtenida con la carga y atacar por retaguardia a su enemigo, se dirigieron hacia los carros en busca de botín.
Probablemente por el mismo motivo, la caballería lombarda, viendo actuar a los milaneses, decidieron imitar su ejemplo lanzándose a su vez en una larga cabalgada directamente hacia el tren de bagaje inglés.
Lo que no sospechaban era lo que les esperaba allí. Una infernal lluvia de flechas salieron disparadas de los potentes long bows
(arcos de más de dos metros de longitud) ingleses. Flechas capaces de atravesar las mejores armaduras de la época. Flechas que desbarataron la carga lombarda como unos momentos antes habían echo con los milaneses.



El duque de Bedford reaccionó rápido y consiguió controlar la situación cerrando filas, primero, pasando al contraataque después, tras ver que dirección tomaban los milaneses. Tras un choque brutal de ambas infanterías, los franceses comenzaron pronto a ceder terreno. En cuestión de algunos minutos, aquello se convirtió en una huida descontrolada de toda en ala izquierda francesa en busca de refugio tras los  protectores muros de Verneuil. Muchos perderían la vida en la carrera, pero muchos más fueron los que perecieron en sus fosos, incapaces de acceder al interior y arrollados por el empuje de la inercia de sus propios compañeros.
Diferente eran las cosas para los escoceses, quienes por su parte oponían feroz resistencia al enemigo. Pero sus aliados galos les habían dejado solos en el campo de batalla. Bedford, después de fijar a los franceses tras las murallas de Verneuil volvía sobre sus pasos para atacar a los escoceses por la retaguardia.
Su suerte estaba echada....

Y ahora juguemos ...


Verneuil es una de las batallas medievales que hemos reproducido en nuestros programas de juegos de estrategia, a lo largo de estos años. Como la mayoría de nuestras recreaciones, la batalla de Verneuil está disponible para usuarios de T-zar y de Final Conquest (socios, colaboradores o seguidores) que así lo soliciten a través de nuestro correo electrónico. También puede recrearse esta campaña mediante el clásico tablero de mesa gracias a la colección de figuritas recortables escala 1:72 que hemos realizado en nuestra Asociación Mesaches.

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