jueves, 26 de julio de 2018

Batallas de la Edad Media: Bouvines 1214



Tal día como hoy...

 un 27 de julio de 1214 tuvo lugar la batalla Bouvines en las inmediaciones de Lille, entre las tropas del emperador Otón IV y las fuerzas del  rey Felipe II de Francia


Cada vez que nos enfrentamos a una nueva entrada sobre batallas de la edad media, lo primero que llama nuestra atención es la guerra de cifras... sobre el número de contendientes y las bajas causadas por unos y otros en la contienda. Mencionaremos simplemente, eso sí, la superioridad numérica que los diferentes relatos recalcan, siempre favorable al emperador Otón. Pero nosotros aquí vamos centrarnos, como en otras ocasiones, en el porqué alguien vence y alguien pierde una batalla medieval: en la estrategia de combate. 
Pero permitidnos antes, como siempre...

Un poco de historia

Nos encontramos a principios del Siglo XIII, el Sacro Imperio Romano Germánico atraviesa una gravísima crisis. Otón ha sido excomulgado por el papa Inocencio II un 18 de noviembre del año 1210. Pura cuestión de política en realidad. Las promesas hechas por el emperador al Papa con tal de conseguir su apoyo cayeron pronto en saco roto y "donde dije digo digo Diego", Otón había comenzado a reclamar para sí feudos, y prebendas que irritan de tal modo a Inocencio que este decide excomulgarlo, dando ahora su apoyo y protección a Federico II. 
Por su parte muchos de los príncipes alemanes hartos de que Otón diera de lado los asuntos germánicos (los daneses han invadido el norte del imperio y ahora dominan el mar Báltico) en favor de "meter la cuchara" en Italia instigado por Felipe II de Francia y con el consentimiento del Papa, deponen a Otón en favor de Federico, que es coronado emperador electo del Sacro Imperio en el año 1211.
Los partidarios de Otón son cada vez menos, y este ya casi en solitario se ve forzado a retirarse a Colonia. Pero en su ayuda acudirá su tío Juan I de Inglaterra que irritado por el apoyo prestado por Felipe a la causa pro-Federico, decide tomar cartas en el asunto.
Tras la destrucción de la flota francesa en 1213 ambos proyectan la invasión conjunta de Francia.
En febrero de 1214 el ejército del rey Juan avanza por el Loira...

La batalla de Bouvines

El ejército inglés será inicialmente rechazado en Aquitania. Pero recompuesto, acabará por reunirse con las fuerzas del emperador. Por su parte, Otón apoyado por algunos feudatarios, se enfrentará a Felipe y sus partidarios cerca de la villa de Bouvines.

Al parecer de los expertos, será Felipe quien tenga el control de la batalla en todo momento. O casi, pues le tocó pasar sus apuros. Pero no nos adelantemos. En efecto fue Felipe quien elige el momento y el terreno más adecuado para hacer frente al enemigo.
Otón y sus aliados creen tener también el control y además una confianza ciega en la victoria basada en su superioridad numérica.
De hecho durante cierto tiempo, tienen la sensación de estar persiguiendo a un enemigo que les pretende dar esquinazo. Felipe solo está preparando el escenario. Llegado a un terreno favorable ordena detenerse a su tropas y formar para presentar batalla. 
En perfecto orden, se establecen a lo largo de la llanura, tres divisiones mixtas de infantería y caballería.

Los imperiales, que han forzado la marcha creyendo evitar así que se les escabulla el enemigo, no se lo piensan dos veces y sin esperar ni a Dios ni al diablo, cargan contra el ala de los franceses que tienen justo enfrente. Lanza en ristre cargan con furia ambas caballerías produciéndose un choque brutal. El enfrentamiento entre ambos cuerpos duró aproximadamente una hora, tras la cual finalmente la caballería francesa, más experimentada en estas lides, hace huir del campo a su contraria.
Le toca el turno de demostrar lo que valen a las tropas que componen el centro de la linea francesa. Delante está situada la infantería, que armada de largas picas, tratará de frenar la carga de caballería enemiga. Inicialmente la carga parece hacer efecto, incluso consiguen derribar de su caballo al rey francés que, rápidamente asistido por algunos de sus mejores caballeros, consigue recuperar su apostura. De nuevo a caballo observa con detenimiento la situación.  Las líneas francesas no se han roto y desde su flanco, la infantería que no ha llegado a tomar parte el la primera fase de contienda y libre de enemigo al que combatir, refuerza el centro. Es hora de avanzar. Los alemanes comienzan a flaquear. El caballo del emperador resulta herido en el fragor de la batalla. Imposible de ser controlado, el animal huye desbocado llevando sobre su lomo al descolocado Ottón en lo que a primera vista parece una huida desesperada. Cunde el pánico entre sus tropas. Los franceses son dueños del centro del campo de batalla.
Todavía se estaba desarrollando un último combate entre las alas de ambos ejércitos, pero visto el como se habían ido sucediendo los acontecimientos, los aliados tenían todas las de perder. Sus tropas habían ido llegando al campo de batalla casi a cuentagotas, lo que había dado pie a que los franceses pudieran ir acabando con ellas de forma escalonada de manera que la teórica superioridad numérica en la práctica no pudo jugar nunca a favor de los imperiales que, con su imprudencia y precipitación, perdieron una batalla que daban de antemano por ganada.