viernes, 30 de diciembre de 2016

Fernando de Aragón (III)

Fernando II de Aragón. Sus últimos años

Tercera y ultima entrada dedicada a nuestro rey Fernando.
Toca ahora hablar del radical cambio de planes en que se embarca Fernando tras la muerte de su esposa y que de haberse llevado a buen término, hubieran reescrito nuestra Historia.


Las políticas matrimoniales


Para afianzar lo conseguido hasta entonces de cara al futuro, Isabel y Fernando establecieron alianzas estratégicas con muchos de los reinos cristianos, concertando las bodas de su hijo y sus hijas. 


A Isabel la casarán con el rey de Portugal; a Juan y a Juana con Margarita y Felipe hijos de Maximiliano I de Austria. María ocuparía el lugar de su hermana mayor cuando esta murió. Catalina, la hija pequeña, se marcharía a Inglaterra para casarse con Enrique VIII.


Pero el destino no pudo ser más trágico para con sus descendientes:

Isabel, tras enviudar de Alfonso de Portugal  en 1491 se casó con el heredero Manuel I pero murió en el parto de su primer hijo en 1498. Juan, heredero de las coronas de Aragón y Castilla fallecía en 1497 con tan solo 19 años de edad de tuberculosis. El hijo que gestaba su esposa nacería muerto.
Juana casada con Felipe el Hermoso, heredero a la corona del Sacro Imperio Germánico, tras morir su marido en 1505 tuvo que ser recluida por su inestabilidad emocional.
María, que llegó a tener hasta 10 hijos, murió a consecuencia de un parto en 1517.



Por último, la menor, Catalina, se casaría con Arturo de Gales en 1501, aunque aquel matrimonio duraría poco pues al año siguiente fallecía su esposo. Adoptará segundas nupcias con su cuñado, Enrique VIII. Tras dar a luz a cuatro niños muertos, nacerá una niña, María. El hecho exasperó a Enrique quién la repudio para casarse con su amante Ana Bolena y buscar un heredero varón. Catalina fue recluida en un castillo hasta su muerte en 1536. No obstante su hija acabaría convirtiéndose en la reina de Inglaterra, María Tudor.


Así pues, tras esta sucesiva serie de desgracias, como único heredero varón a suceder las coronas de Castilla y Aragón, quedaba el hijo primogénito de Juana y Felipe.

La reina Isabel dicta su testamento


Durante su reinado, los reyes católicos habían conseguido reducir el poderío, a veces llevado a la tiranía, de la levantisca nobleza castellana. Se les hizo pagar impuestos, se redujeron sus privilegios, se derribaron sus castillos… Este férreo control a la aristocracia castellana será la clave para entender su empeño en retirar a Fernando de los asuntos de Castilla tan pronto tuvo lugar la muerte de Isabel, aun a pesar de haber sido nombrado por ella en su testamento “Curador y gobernador del Reino”.


Pero los nobles querían recuperar sus antiguos privilegios a toda costa, cosa que esperaban conseguir poniéndose del lado de su hija Juana y su marido Felipe de Habsburgo. Esto en la práctica supondría dejar el reino en manos de un extranjero, quien no tendría ningún inconveniente en beneficiar a los suyos a costa del erario castellano, circunstancia que Isabel ya preveía al redactar el testamento en favor de su marido. Se cumplirían así las sospechas de su difunta esposa a cerca de las indeseadas influencias y chanchulleos de extrajeros en los asuntos castellanos.


Fernando, sin apenas apoyos en Castilla, no podía hacer otra cosa que renunciar a sus cargos y volver su mirada hacia sus propios territorios, en plena expansión por el Mediterráneo.
Las decisivas victorias de Ceriñola y Garellano, en 1503, obtenidas por Gónzalo Fernández de Córdoba, más conocido como “el gran Capitán”, en aquellas tierras le habían abierto las puertas de la conquista de Nápoles.




Gonzalo Fernández de Córdoba


No, decididamente no. La Corona de Aragón era su legado y no estaba dispuesto a consentir que acabara en manos de ese presuntuoso de Felipe. Fernando necesitaba urgentemente un nuevo heredero y una nueva política exterior a su alrededor.


En 1505 contrajo matrimonio con Germana de Foix, sobrina del monarca francés, asegurándose así unas favorables relaciones diplomáticas con nuestros vecinos del norte. De esta unión nacería, su hijo Juan de Aragón, el cual viviría apenas unas horas.


Pero, para entonces ya había acontecido la muerte de Felipe (1506) y su hija Juana daba claros síntomas de incapacidad mental para gobernar el reino. El cardenal Cisneros es nombrado presidente del consejo provisional de regencia, el cual ante el aumento del desorden público en Castilla reclamará a Fernando como rey regente de nuevo.


En aquellos momentos Fernando se encontraba en Nápoles donde se encargaba de organizar la administración del nuevo estado del cual el Papa le había coronado en 1505 como rey, puesto que tras la firma del tratado de Lyón, del 11 de febrero de 1504, se habían dado por finalizadas las hostilidades entre el rey francés y el aragonés.

Durante los dos siglos siguientes el reino de Nápoles formará parte de los dominios de la Corona de Aragón.





La anexión de Navarra

La última de las grandes aventuras en las que se embarcó el rey Fernando, será conseguir el viejo sueño de la incorporación del reino de Navarra, del cual su padre había ostentado la corona. La ocasión vendrá dada con motivo de los conflictos habidos en Italia con el rey francés.
Tras el apresurado cese de hostilidades en Italia, Fernando se esperaba nuevos movimientos de tropas francesas en aquella península.



La reina Catalina de Navarra y su esposo el magnate francés Juan de Albret, mientras negociaban su neutralidad con Fernando estaban al parecer por otro lado, en tratos con Luis XII firmando el llamado "tratado secreto de Blois" 



Enterado Fernando reaccionaría de manera fulminante enviando a la zona a don Fadrique de Toledo, duque de Alba al frente del ejercito castellano. Por su parte Alonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza al frente de las tropas aragonesas se internará en tierras navarras poniendo sitio a la ciudad de Tudela.


El 25 de junio de 1512 las tropas de don Fadrique, sin encontrar apenas resistencia, entraban en Pamplona con el apoyo de una parte de los propios navarros, los llamados behamonteses, partidarios de la incorporación a los reinos peninsulares.


Francia trató de ayudar a los reyes navarros. pero después de tres tentativas de ataque, sucesivamente rechazadas por las tropas fernandinas, los ejércitos franceses debieron retirarse hasta el otro lado de los pirineos, donde un fragmento de Navarra quedaría en poder de los franceses cuyos reyes se titularán por ello en adelante y hasta 1793, reyes de Francia y de Navarra.



La ocupación  del territorio navarro peninsular se legalizará con dos bulas del papa Julio II por la que se excomulgaba a los reyes navarros como aliados del ya antes, así mismo excomulgado, rey francés. La incorporación del reino de Navarra a la Corona nunca significó subordinación. Navarra continuó teniendo Consejo, Cortes, legislación y moneda propia.




Los últimos días de Fernando


En 1513 don Fernando cae enfermo, se sospecha que a causa de la ingesta de afrodisiacos consumidos en el intento de engendrar un heredero a la corona de Aragón, con su segunda esposa Germana.


El 23 de enero de 1516 Fernando se dirigía a Sevilla, la caravana, hubo de detenerse en un lugar llamado Madrigalejo, El rey se encuentra muy mal, lleva ya demasiado tiempo enfermo,  cansado, abatido, las fuerzas no le acompañan. Los médicos no se ponen de acuerdo en su dolencia. Cree llegado su final y solicita la extremaunción. Deja dispuesto como última voluntad, ser enterrado en la ciudad de Granada junto a su primera esposa, la reina doña Isabel.




Anexo I

Los Reyes Católicos


CRONOLOGÍA

1469 Matrimonio de Isabel de Castilla con Fernando de Aragón 
1474 Muerte del rey Enrique IV de Castilla. Comienza la guerra entre los partidarios de Isabel, hermana del rey, y de Juana, su hija. Portugal y Francia apoyan a Juana. 
1476 Victoria de los partidarios de Isabel en la batalla de Toro. Creación de la Santa Hermandad.
1478 Se establece en Castilla el tribunal de la Inquisición. 
1479 El Tratado de Alcaçovas pone fin a la guerra. Alfonso V de Portugal reconoce a Isabel. Castilla y Portugal se reparten las esferas de influencia en el Atlántico: la primera se asegura las islas Canarias, a cambio de no navegar al sur del cabo Bojador. 
1482 Inicio de la guerra de Granada. 
1486 La Sentencia Arbitral de Guadalupe pone fin al conflicto remensa. 
1492 Boabdil, el último rey de Granada, entrega la ciudad a Isabel y Fernando. Decreto de expulsión de los judíos. Descubrimiento de América por Cristóbal Colón. 
1496 Termina la conquista de las islas Canarias. 
1497 Conquista de Melilla. 
1502 Bautismo obligatorio de los musulmanes 
1504 Muerte de Isabel la Católica 
1505 Fernando el Católico controla el reino de Nápoles, tras las victorias de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, sobre los franceses. 
1515 Incorporación del reino de Navarra a la Corona de Castilla 
1516 Muerte de Fernando el Católico 



Anexo II

Mejor suerte que sus hermanastros corrieron los otros hijos, de Fernando, los ilegítimos. 
Alonso y Juana hijos Aldonza Ruiz de Ivorra, perteneciente a la nobleza catalana. A él, lo nombró arzobispo de Zaragoza y tras la muerte  de Fernando ocuparía el cargo de lugarteniente general de Aragón. Y Juana, condesa de Haro, fue segunda esposa de Bernardino Fernández de Velasco condestable del reino de Castilla.
María Esperanza, hija que tuvo con doña Toda de Larrea de familia noble Vizcaína, fue abadesa de Nuestra Señora de Gracia Real, uno de los conventos más importantes de Castilla, en Madrigal de las Altas Torres.
Y María Blanca, fruto de sus amoríos con Juana Pereira, ocupó también el puesto de abadesa tras la muerte de su hermanastra María Esperanza. Ambas debido a su condición de abadesas tuvieron acceso a importantes ingresos económicos.


sábado, 19 de noviembre de 2016

Fernando de Aragón (II)


Hoy segunda entrada dedicada a Fernando II de Aragón. En ella abordaremos la vida del monarca durante los años de matrimonio con Isabel de Castilla.



En la anterior entrada Enrique IV "el impotente" rey de Castilla, al haberse casado Isabel, su hermanastra, sin su consentimiento, la había declarado públicamente desposeída de sus derechos a la sucesión (ceremonia de la Val de Lozoya, 1470), recayendo a partir de ahora oficialmente sobre Juana apodada "la beltraneja", a quién reconoce bajo juramento suyo y el de su esposa como hija propia.



Muchos de los nobles que han ayudado a la pareja les abandonan pasándose al bando de los beltranejos acobardados por las amenazas del rey Juan. Sin los apoyos necesarios la situación se les hace insostenible. En un golpe de efecto Isabel se presenta sola, a caballo, ante la corte de su hermano en Segovia. Ante el valor de este gesto Enrique acoge con buenas maneras a su hermanastra firmando públicamente su reconciliación con ella. Pero esto no es una confirmación explicita del restablecimiento de sus derechos a la corona. De hecho, un año después tras la muerte de Enrique IV sin precisar claramente sucesora, Castilla queda sumida en una lamentable anarquía. En esas circunstancias Isabel es proclamada por sus seguidores reina de Castilla. Por otro lado Juana es así mismo proclamada por sus propios seguidores también como reina de Castilla. 


La situación desembocará en una autentica guerra civil entre los partidarios de una y otra heredera.


A partir de ese momento Fernando se involucró plenamente en la defensa de los derechos de sucesión de su esposa frente a los de Juana, tarea que compatibilizó con sus responsabilidades de gobierno junto a su padre. Fueron tiempos difíciles en los que juntos, tuvieron que abordar una autentica guerra civil.


Fernando, al mando de las milicias ciudadanas reclutadas entre varias villas isabelinas y ayudado por las huestes feudales del cardenal de España, del duque de Alba, y del conde de Alba de Liste derrotaba a Alfonso V de Portugal, quien se había convertido en el paladín de los derechos de doña Juana, con la cual se había casado. Esto sucedía el año 1476 en las inmediaciones de la ciudad de Toro. El resultado de esta batalla será decisivo para el futuro de la guerra.

Tres años después, el tratado de Alcaçovas reconocía finalmente a Isabel como titular de la corona castellana. Victoriosos en la lucha dinástica por el trono de Castilla, emprenderán la tarea de pacificar el reino abatiendo el poderío de la nobleza castellana, ansiosa de aprovechar las circunstancias en su propio beneficio utilizando para ello, recursos tales como la Santa Hermandad o el Tribunal de la Inquisición.


Detalle de nuestro recortable dedicado a las tropas de la Santa Hermandad


Ese mismo año de 1479 fallece Juan II de Aragón, padre de Fernando. Conocido desde hace cinco años como Fernando V de Castilla, es proclamado ahora como Fernando II de Aragón convirtiéndose así en el nuevo titular de la Corona de Aragón. Su patrimonio para entonces constaba de Aragón, Cataluña, Valencia, Baleares, Cerdeña y Sicilia.



El nuevo objetivo común del matrimonio será ahora la conquista del reino de Granada. Era el último territorio peninsular bajo dominio musulmán. Lo gobernaba la dinastía nazarí. Durante años habían mantenido pactos de no agresión con los reyes castellanos y contaban con el apoyo de sus hermanos en el norte de África. Era un reino fértil y prospero pero lleno de intrigas palaciegas. Fernando e Isabel viendo la oportunidad propicia, empeñaron en su conquista sus mejores oficios. El esfuerzo fue generoso por parte de todos, tanto castellanos, como aragoneses. 


Poco a poco fueron cayendo uno tras otro los principales bastiones musulmanes del pequeño reino de Granada. Zahara caía en 1483, Ronda y Marbella en 1485, un año más tarde lo hacia Loja. Vélez Málaga y Málaga lo harían en 1487. Vera, Vélez Blanco y Vélez Rubio y Huéscar lo harán un año después. La ciudad de Baza, tras seis meses de duro asedio, caerá en diciembre de 1489. Inmediatamente después lo harán Guadix y Almería. De esta forma a comienzos de 1490 tan solo quedaba en poder musulmán la ciudad de Granada. Aunque todavía quedarán dos años de intriga y asedio para dar por finalizada la conquista del reino nazarí.


Después de más de diez años, la ardua empresa había merecido la pena y en enero de 1492 Boabdil, "el chico", entregaba las llaves de la capital.


La rendición de Granada, obra de Pradilla

Tras la conquista de Granada se enfrentarían a un problema que ya venían acarreando desde hace largo tiempo: la cada vez más difícil convivencia entre cristianos, judíos y moriscos. La intolerancia había llegado a tal punto, que los reyes tuvieron que tomar una decisión tan drástica como radical, firmando el edicto de expulsión de los judíos, el cual les obligaba a bautizarse al cristianismo, o a abandonar el reino para siempre. La mayor parte de los judíos optó por el exilio. Unos 6.000 judíos fueron expulsados de Aragón siendo un total de unos 100.000 los que abandonaron la península.


bajorrelieve en madera de la capilla real de Granada, obra de Felipe Bigarny



Otro de los grandes acontecimientos ocurridos durante el reinado de Fernando II y sin duda el más destacado, será el descubrimiento de todo un nuevo continente. 


El proyecto presentado a los reyes por Cristobal Colón tenía como objetivo encontrar una nueva ruta de acceso a las Indias basado en el supuesto de que siendo la Tierra redonda, la ruta más rápida para llegar allí sería navegando hacia el oeste en lugar de tener que bordear todo el continente africano. Adelantándose así a los portugueses en el control del comercio de las especias y la seda. Los cálculos erróneos a cerca del diámetro de la Tierra que manejó Colón, le hicieron pensar hasta el ultimo día de su vida que aquellas nuevas tierras pertenecían sin duda al continente asiático. 



Aunque la historia que nos ha llegado a través de los viejos libros de texto, ha dado por sentado siempre que tal efemérides fue llevada a cabo gracias a la financiación de Isabel de Castilla al donar sus joyas para tal empresa, parece ser que esto no dejo de ser nunca sino una leyenda. 



Para el historiador José María Lacarra, Fernando el católico es el verdadero promotor y empresario del descubrimiento pues en su entorno se mueven una serie de aragoneses con gran influencia económica y social, como Juan Ruiz de Calcena y Juan de Coloma, secretarios del rey, Juan de Cabrero, camarero del rey, Alonso de la Caballería, primer vicecanciller del Consejo Superior de Aragón, quien puso sus riquezas y su poder al servicio del almirante. O así mismo Luis de Santángel, Escribano de Ración del rey Fernando y preceptor de cuentas del patrimonio real, además de tesorero de la Santa Hermandad. Todos ellos, favorables a la puesta en marcha del proyecto colombino, resultarán piezas clave para el desarrollo del mismo. Fueron Cabrero, y Coloma quienes convencieron a Fernando de la conveniencia de tal empresa, mientras que Santángel, amigo personal Colón, hará lo propio con la reina. De hecho, mayoritariamente, el dinero para tal fin fue adelantado por Luis de Santángel. Y aunque no se trate de quitar méritos a Castilla, nos gustaría desde aquí reivindicar al menos, el papel del rey Fernando y sus asesores, en tan magna empresa.






Anexo 1

JUANA DE CASTILLA


Juana de Castilla, llamada la Beltraneja, (Madrid 1462, Lisboa 1530) fue una princesa castellana "hija" de Enrique IV y su segunda esposa Juana de Portugal.

El apodo le viene dado por Juan Pacheco, marqués de Villena, despechado por ser destituido por el rey de su cargo de consejero y sustituido por Beltrán de la Cueva. Pacheco sería el artífice de propagar los rumores por la corte de que Juana no era hija légitima del rey si no de Beltrán de la Cueva basándose en un parecido al decir de entonces, más que razonable.
Dejamos aquí dos ilustraciones donde se representan ambos personajes, pero tened en cuenta que aunque pudieran estar basadas en descripciones, son muy posteriores a la época.


Doña Juana "la Beltraneja" ,  ilustración del siglo XIX.


Don Beltrán de la Cueva,  grabado del siglo XIX.







viernes, 26 de agosto de 2016

Batallas de la edad media: Crécy 1346

Tal día como hoy...

un 26 de agosto de 1346, en los primeros años de la denominada Guerra de los Cien Años, tuvo lugar la batalla de Crécy.


Un poco de historia



A la muerte del rey Carlos IV de Francia, acaecida en el año 1337, es coronado como su sucesor, Felipe VI. Eduardo III de Inglaterra, perteneciente también a la familia de Valois reclama el trono de Francia a la muerte de Carlos, proclamándose el mismo como legítimo rey de Inglaterra y Francia. Así comenzaba la guerra de los Cien Años. 
La primera gran acción bélica de este largo conflicto, será la batalla de l´Ecluse en el año 1340 (también llamada de Sluis) de la cual ya hemos hablado en una anterior entrada. A consecuencia de la victoria naval de l´Ecluse, el Canal de la Mancha quedaba bajo dominio inglés. Esto permitió que en 1346 Eduardo pudiera desembarcar sus tropas en el continente sin ningún problema. Invadiendo Normandía, se dirigió hacia la conquista de la capital de Francia.



Tras sus experiencias en las guerras de los lejanos campos de batalla de Escocia, los ingleses traían consigo unas nuevas tácticas de combate. La práctica les había demostrado que unos simples lanceros a pie, eran capaces de hacer frente a la carga de los pesados jinetes de la época y que los buenos arqueros ingleses armados de potentes longbows podían acabar, no solo con los lanceros enemigos, sino incluso con su caballería pesada, puesto que sus flechas eran capaces de atravesar prácticamente cualquier parte de su armadura a excepción quizá del pectoral. Y pese a que a los caballeros ingleses de noble cuna, no les hiciera demasiada gracia combatir como simples lanceros de a pie con armadura, entre los arqueros, humildes campesinos armados con arcos largos, debieron admitir que la nueva táctica funcionaba perfectamente. Los franceses, ajenos a esta novedosa estrategia, estaban a punto de corroborar por primera vez en sus propias carnes, su efectividad.


La batalla de Crécy

Felipe había conseguido reunir un enorme ejercito a su alrededor cuya mayoría abrumadora hizo replegarse en un principio a su oponente hacia territorio amigo en dirección a Flandes con los envalentonados franceses siguiéndoles a buen paso. Eduardo, viendo terreno apropiado, acampó en Crécy con objeto de dar descanso a sus hombres, aprovisionarse y con la ventaja del terreno elevado a su favor, quiso hacer frente a su enemigo en ventajosas condiciones. Los ingleses partieron sus fuerzas en tres divisiones, el grueso central de las mismas era ocupado por los caballeros desmontados quienes en sus flancos y formando un ala inclinada sobre el eje de los mismos, se extendía una gran masa de arqueros en dirección al enemigo. Cada arquero tenía consigo una fuerte y afilada estaca que, clavada en tierra en dirección al enemigo le servía como sencilla defensa contra la caballería contraria. Además los arqueros tuvieron tiempo suficiente para cavar una serie de hoyos bajo el suelo justo delante de su posición y disimularlos con tierra y hierba de forma que la caballería enemiga tropezará en ellos. Tras estas dos divisiones, se situaba una tercera de reserva justo en el centro de ambas, flanqueada también por arqueros al mando del propio Eduardo III. Los carros y caballos se situaron también a retaguardia a modo de parapeto de defensa.

Las primeras tropas francesas llegarían al campo de batalla la tarde de aquel 26 de agosto. Los orgullosos nobles y caballeros franceses, sin esperar que el grueso del ejercito les alcanzará y establecer una formación de combate adecuada, enviaron con apremio delante suyo a los ballesteros mercenarios genoveses, que al llegar al pie de la loma, comenzaron a recibir nutridas andanadas de flechas inglesas.
Además la lluvia estaba dejando el terreno fangoso y las cuerdas de sus ballestas destensadas por la humedad. Cansados por la fatigosa marcha anterior con todo su equipo a cuestas y la carrera última en semejante cenagal, completamente desprotegidos, pues los escuderos encargados de protegerles con los grandes paveses no podían disponer de ellos, cargados aún como estaban muy lejos, en los carromatos, comenzaron pronto a retroceder en desbandada.
Los genoveses se encontraron con la dificultad añadida de que las cuerdas de sus ballestas destensadas como hemos dicho, por la humedad, resultaban incapaces de devolver los disparos sobre aquel barrizal. Sin embargo los ingleses, acostumbrados a combatir en los húmedos climas de su tierra, llevaron protegidos sus arcos y cuerdas hasta el último momento en fundas impermeables.


Paveseros y ballestero franceses con protecciones hacia 1340 y ballestero con pavés pequeño a su espalda



Los caballeros franceses, furiosos por la deserción genovesa,  y ansiosos por cargar contra los ingleses, arremetieron contra los fugados quienes obstaculizaban su trayectoria. Avanzaron en su carga sin miramientos, llevándose por delante a los "cobardes" mercenarios mientras una lluvia de flechas caía sobre todos ellos. Cargando entre fango y cadáveres, los caballeros consiguen lanzarse colina arriba, en una carga lenta y dificultosa cayendo a centenares bajo las mortíferas flechas inglesas disparadas sin cesar. Solo algunos, en un determinado momento de la batalla, consiguieron llegar al choque cuerpo a cuerpo, con el enemigo, poniendo en cierto apuro al Príncipe Negro que se ganó a pulso sus espuelas de caballero.
Los franceses continuaron combatiendo con gran valor durante toda la tarde, pero a costa de graves pérdidas debiendo finalmente optar por retirarse.
Según algunas fuentes consultadas, murieron 1.250 caballeros y 15.000 hombres de armas bajo una lluvia de flechas que se calcula cercana al medio millón.
Por primera vez en el continente, unos sencillos campesinos, armados con arcos y flechas, vencían a la poderosa élite de la caballería pesada de la época, sin embargo los franceses no fueron capaces de sacar ninguna conclusión  negativa a cerca del valor de la caballería frente a la nueva estrategia inglesa.
Tardarán más de cien años, (y a costa del sacrificio de miles de vidas) en darse cuenta de que la guerra en Europa había cambiado.


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- Estrategia militar en el medievo
- Los caballeros medievales
- Los caballeros tras la derrota
- Batallas de la edad media: Azincourt
- Batallas de la edad media: Formigny
- Batallas de la edad media: Verneuille
- Batallas de la edad media: l´Ecluse

miércoles, 17 de agosto de 2016

Batallas de la Edad Media: Verneuil 1424


Tal día como hoy ...

...un 17 de agosto de 1424, tuvo lugar la batalla de Verneuil.


En esta nueva entrada sobre batallas de la Edad Media, tendremos ocasión de conocer otro episodio de la guerra de los Cien Años. 


Un poco de Historia

Tras la muerte de Enrique V de Inglaterra y de Carlos VI de Francia, y habiendo sido conquistada toda Normandía en 1418, tras la batalla de Azincourt (1415), y con el propio París en manos de los de Borgoña y sus aliados los ingleses, es proclamado en la capital como rey de Francia, Enrique VI, rey también de Inglaterra, de apenas unos meses de edad. Para la regencia y hasta su mayoría de edad, se escogió al Duque de Bedford.
Pero las cosas no podían quedar así para los franceses. Los armagnacs, proclamaban por su parte en Bourges al delfín de Francia, Carlos, como el  rey legítimo.

La batalla de Verneuil

Carlos había conseguido reunir en torno a sí, un heterogéneo ejército (en buena parte mercenarios), dispuesto a recuperar Francia y en agosto de 1424 conquistaba Verneuil-sur-Avre, en Normandía. Para recuperarla, inmediatamente acudió el regente con su ejército.
La confrontación se desarrollaría en un terreno despejado al noreste de Verneuil delimitado por el bosque de Piseux por el norte y el rio Avre y la propia Verneuil por el sur.
Los hombres de Carlos fueron distribuidos siguiendo este orden: en el extremo izquierdo la caballería milanesa, a continuación las fuerzas a las órdenes del vizconde de Narbona y las del duque de Aleçon, seguidas por las tropas escocesas al mando de Douglas y las de Buchan. Y en el extremo derecho la caballería reclutada en Lombardía.
Por su parte, el duque de Bedford distribuyó a sus hombres en dos grandes grupos, uno frente a las fuerzas escocesas y el otro frente a las francesas, dirigido este último por él mismo, mientras el conde de Salísbury estaría al mando del primero. Estas formaciones agrupaban cada una a la infantería en un bloque central,  que era flanqueado por un nutrido grupo de arqueros que desde los extremos de dicho bloque se extendían en ángulo hacia adelante, uniéndose ambos grupos en el centro del campo de batalla formando una linea continua de aspecto amenazador. Quedaba a retaguardia una fuerza de reserva de arqueros encargada de proteger el tren de suministros al mando de Glasdale, quien había dispuesto distribuir carros y caballos formando una especie de circulo fortificado.

Las primeras tropas en iniciar las hostilidades fueron las milanesas. Sin esperar ordenes, la caballería cargó contra los arqueros situados enfrente, quienes todavía trataban de clavar las estacas con las que, apuntado afiladas hacia el enemigo, habitualmente les servían como someras defensas. Sin estas, les resultó fácil desbaratar las lineas inglesas, aunque cometieron un nuevo error, en lugar de buscar la ventaja obtenida con la carga y atacar por retaguardia a su enemigo, se dirigieron hacia los carros en busca de botín.
Probablemente por el mismo motivo, la caballería lombarda, viendo actuar a los milaneses, decidieron imitar su ejemplo lanzándose a su vez en una larga cabalgada directamente hacia el tren de bagaje inglés.
Lo que no sospechaban era lo que les esperaba allí. Una infernal lluvia de flechas salieron disparadas de los potentes long bows
(arcos de más de dos metros de longitud) ingleses. Flechas capaces de atravesar las mejores armaduras de la época. Flechas que desbarataron la carga lombarda como unos momentos antes habían echo con los milaneses.



El duque de Bedford reaccionó rápido y consiguió controlar la situación cerrando filas, primero, pasando al contraataque después, tras ver que dirección tomaban los milaneses. Tras un choque brutal de ambas infanterías, los franceses comenzaron pronto a ceder terreno. En cuestión de algunos minutos, aquello se convirtió en una huida descontrolada de toda en ala izquierda francesa en busca de refugio tras los  protectores muros de Verneuil. Muchos perderían la vida en la carrera, pero muchos más fueron los que perecieron en sus fosos, incapaces de acceder al interior y arrollados por el empuje de la inercia de sus propios compañeros.
Diferente eran las cosas para los escoceses, quienes por su parte oponían feroz resistencia al enemigo. Pero sus aliados galos les habían dejado solos en el campo de batalla. Bedford, después de fijar a los franceses tras las murallas de Verneuil volvía sobre sus pasos para atacar a los escoceses por la retaguardia.
Su suerte estaba echada....

Y ahora juguemos ...


Verneuil es una de las batallas medievales que hemos reproducido en nuestros programas de juegos de estrategia, a lo largo de estos años. Como la mayoría de nuestras recreaciones, la batalla de Verneuil está disponible para usuarios de T-zar y de Final Conquest (socios, colaboradores o seguidores) que así lo soliciten a través de nuestro correo electrónico. También puede recrearse esta campaña mediante el clásico tablero de mesa gracias a la colección de figuritas recortables escala 1:72 que hemos realizado en nuestra Asociación Mesaches.

Otras entradas  de nuestro blog relacionadas:

- Estrategia militar en el medievo
- Los caballeros medievales
- Los caballeros tras la derrota
- Batallas de la edad media: Azincourt
- Batallas de la edad media: Formigny
- Batallas de la edad media: Crécy

Además desde el buscador, podrás encontrar descripciones de batallas, asedios o escaramuzas como:

Grandson, Orewin Bridge, Kalka, Legagno, Roncesvalles, Nájera, Manzikert, Poitiers, Hastings, Sluys, Zaragoza...

jueves, 21 de julio de 2016

Castillos aragoneses: Sádaba

Hoy, una nueva entrada sobre castillos aragoneses





El castillo de Sádaba, situado en la provincia de Zaragoza, a unos 90 kilómetros al norte de la capital aragonesa, fue levantado durante la primera mitad del siglo XIII. Su estilo de construcción se relaciona con el nuevo tipo de fortaleza adoptado en toda Europa por aquella época, muy probablemente de influencia musulmana.

Pero la historia del primitivo castillo de Sádaba en realidad se remonta a mucho más atrás en el tiempo, puesto que ya se menciona de una fortaleza en la zona allá por el siglo XI, a cargo de la cual se encontraba García Garcés. Posiblemente la ubicación fuera incluso la misma que la del actual castillo, pues es el punto más elevado (aunque bien escasamente) de las inmediaciones pero no tendría este aspecto cuyas marcadas características arquitectónicas lo enmarcan como ya hemos dicho, en el siglo XIII.
Su vida activa como enclave defensivo de importancia que era, frontera entre Aragón y Navarra se prolongó a lo largo de los dos siglos siguientes hasta que en el S. XVI, ya carente de toda razón de ser pasó a ser abandonado, cayendo en un estado de deteriodo del que se rescató no hace demasiado tiempo.
Hoy se encuentra en manos de la Diputación General de Aragón quien se ocupa de su mantenimiento.



Su recinto amurallado, de austero aspecto militar, es de planta rectangular. En sus esquinas lo refuerzan potentes y altas torres. Cuenta además, como podréis apreciar un poco más abajo, en el esquema inferior, con otras tres torres de refuerzo adosadas a sus muros para proteger las zonas más vulnerables a un ataque.




La puerta de acceso, el punto siempre más vulnerable, está alojada entre dos de sus torres, en el lado sur del castillo. Como forma de protección adicional el acceso al patio de armas se resuelve en recodo, de manera que los posibles asaltantes quedaran encajonados en un estrecho espacio en forma de "L", cerrado por un segundo portalón que deberán derribar mientras son acribillados desde las alturas, bien protegidas, de los muros.


Observad en el ángulo inferior izquierdo, el acceso-trampa en forma de  L 


Ya en el patio de armas, nos encontramos con el aljibe en el centro del mismo. Y en los lados Norte y Oeste, dos estancias rectangulares que tenían dos plantas cubiertas en su día, con techumbre de madera sobre arcos fajones.


Por último en la esquina Sureste se encuentra la capilla, recinto abovedado con crucería sencilla.


El castillo de Sádaba es visitable en la actualidad, cosa que desde nuestra asociación cultural, recomendamos muy favorablemente.



Otras entradas relacionadas ya publicadas en este blog:

- Castillos aragoneses: Peracense
- Castillos aragoneses: Loarre

martes, 7 de junio de 2016

Jornadas medievales de Urriés

¿Hace una medieval?



Este año 2016, se celebrarán en Urriés las Primeras Jornadas Culturales sobre el medievo, durante los días 24, 25 y 26 de este mes de junio.



La bella localidad de Urriés esta situada en la provincia de Zaragoza, a unos diez kilómetros al noreste de Sos del Rey Católico. A ella se accede por la carretera A-1601. 


Una estupenda ocasión de preparar una excursión de fin de semana para todos aquell@s a quienes les gusta el tema o simplemente para conocer un pueblecito con encanto...






...repleto de coquetos rincones a descubrir






Se espera muy buen ambiente por parte de la organización, que está poniendo en estas jornadas un gran  esfuerzo en los distintos detalles.







Nuestra asociación Mesaches, estará presente allí, colaborando en las actividades lúdico-culturales dirigidas a l@s más pequeñ@s que se celebrarán en paralelo a las Jornadas.


Tan pronto como estemos de regreso de allí, añadiremos, es esta misma entrada, una actualización con fotos del acontecimiento.





Para más información sobre el evento, aquí os dejamos la imagen del folleto publicitario con los horarios y actividades:




Recordad: 24, 25 y 26 de junio de 2016

¡Os esperamos!

Actualizando

Viernes 24

Inauguración de la Exposición: Castillos de Zaragoza

Sábado 25

Tras el desayuno, Todo listo para comenzar la jornada

Preparando los cariocas










Comienza el pasacalles


Momento "Conchi-cuentos"



Nuestro escudero mostrando una cota de malla


Vistiendo al caballero

Entrenándonos para la batalla

Nombramiento de caballeros

Momento de la teatralización  llevada a cabo por los propios vecinos de la localidad...

...y visita guiada





con degustación de delicioso hipocrás, incluida

Hacia la última parada de la visita... Muy concurrida como podéis ver.

viernes, 22 de abril de 2016

A propósito de nuestra bandera...


De nuevo un 23 de Abril estamos en la brecha, aunque solo sea de forma virtual, para compartir públicamente nuestro orgullo por la tierra. 


En un tiempo este, en el que tanto y tan importante hay por reivindicar en este país de ladrones y sinvergüenzas en que vivimos, quizá pueda parecer un tema baladí algo como lo que hoy traemos a la palestra. Pero allá va. 


Un signo de identidad para todo un pueblo


El origen de nuestra bandera



El siempre polémico origen de las barras rojas no es, o no debería ser, a estas alturas motivo de discusión alguna.


Ante la incongruencia histórica de la leyenda catalana de las barras de Wilfredo el Velloso y su falta de rigor histórico, en la cual sus personajes, hoy por hoy está demostrado, no coexistieron en la misma época, deberemos, para encontrar los verdaderos orígenes de la bandera, retroceder a nuestro pasado más lejano, al origen mismo de nuestro reino, Aragón.



Un poco de Historia


El rey Sancho Ramirez (1063-1094) hereda, a la muerte de su padre Ramiro I, el joven reino de Aragón, por entonces una cuarta parte del actual Aragón. En una época de continuas disputas territoriales y en la que la religión poco o nada tenía que ver en liza, Sancho Ramírez invocará la protección papal infeudando el reino a la Santa Sede. Así en un viaje realizado por el rey a Roma en el año 1068, Ramírez se declarará vasallo del Papa quien le otorgará a partir de entonces (a cambio de una sustanciosa cuota monetaria) su apoyo y protección "incondicional" frente a cualquiera que osara disputar los derechos reales del monarca bajo su tutela.



Con esta jugada Ramírez se cubría las espaldas, aunque no de forma gratuita como ya hemos dicho, contra quien pudiera poner en entredicho su autoridad en el territorio, siendo el primer rey hispano en proceder de esta manera, costumbre por otra parte habitual en la Europa del medievo.



Según las tesis mas aceptables hoy en día, y atacando ya el tema que nos ocupa, los colores de nuestra bandera tendrían su origen más probable en la utilización por parte del rey Sancho Ramírez de los colores rojo y amarillo de los sellos de la cancillería de Roma como símbolo inequívoco frente sus adversarios, de la protección de la Santa Sede.


Angulo inferior derecho, umbrela vaticana. Basílica del Pilar de Zaragoza 


Las feacientes pruebas documentales aseguran el uso de los colores papales por parte de Alfonso II el casto (1162-1196) así como por su sucesor Pedro II y en adelante por los demás reyes aragoneses siendo siempre considerado un emblema, "el senyal reial", distintivo de un rey, que no de un territorio. 

Estos colores, cuatro barras rojas, o en términos heráldicos, de gules sobre campo de oro, eran usados por el monarca en su escudo en su lanza, en las gualdrapas de su caballo y en la bandera que sus ejércitos enarbolaban en la batalla. Solo muy tardíamente pasarán a ser también la enseña de los territorios de la Corona Aragonesa. 

Para darnos cuenta de lo "catalán" que resulta el pendón barrado, deberíamos fijarnos en que no fue hasta una fecha tan cercana como el año 1701 cuando las Cortes catalanas adoptan la enseña de los reyes aragoneses como propia.