jueves, 16 de julio de 2015

Batallas de la Edad Media: Las Navas de Tolosa

Tal día como hoy ...


...un 16 de julio de 1212 tuvo lugar la batalla de Las Navas de Tolosa.



Un poco de Historia



Retrocedamos un poco en nuestra historia. En una anterior entrada hablamos de la desintegración del Califato en pequeños reinos o taifas. Esta disgregación beneficiara a los reinos cristianos de León, Aragón y Navarra, capaces ahora de enfrentarse a unos ejércitos de menor tamaño en una proporción de fuerzas más equilibrada. Las taifas ante el peligro de las fuerzas cristianas en continuo avance llamarán en su ayuda a los almorávides, fieles tribus del Atlas marroquí que, envueltos en sus mantos azules armados con alfanjes y escudos de antílope, traen a la península sus dromedarios, que siembran el pánico entre los caballos de las fuerzas cristianas. En el año 1086 los almorávides vencerán a los cristianos en la batalla de Zalaca. Durante muchos años, las taifas se mantendrán libres de nuevos hostigamientos, hasta que en 1108 se producirá una nueva confrontación en Cuenca, la batalla de Ucles en la cual los cristianos serán nuevamente derrotados.



Con esta victoria los almorávides refunden las antiguas taifas en un nuevo y único estado. Pero en 1146, sus territorios en África son invadidos por los fanáticos almohades (los unificados) y conducidos por su líder Mohamed Ibn-Tumart cruzan el estrecho irrumpiendo en Al-Andalus, con ellos desaparece la ancestral tolerancia musulmana. Pronto se harán con los mandos del joven estado almorávide convirtiéndolo en un nuevo estado, el estado almohade. En 1195 derrotarán a los cristianos en la batalla de Alarcos.



El rey Alfonso VIII de Castilla no se da por vencido tras la contundente derrota. Consiguiendo que el papa Inocencio III diera carácter de cruzada a la nueva expedición que preparaba, solicitó la ayuda de navarros, aragoneses, y leoneses para presentar un frente común contra el invasor almohade (el conseguir el carácter de cruzada le aseguraba que, mientras ésta estuviera en marcha, sus reinos y propiedades estuvieran a salvo de incursiones de sus vecinos cristianos, bajo pena de excomunión).





Previos



Del otro lado de los Pirineos acudirán caballeros cruzados de muy distintos reinos en busca de fama y fortuna. También se presentarán, portugueses y leoneses pese a que el rey de León decidiera quedarse al margen. Se reunieron todas estas fuerzas en Toledo a comienzos del verano del aquel año de 1212. A lo largo de la marcha inicial al encuentro de las fuerzas enemigas se conquistan las fortalezas de Malagón y Calatrava, tras lo que se produjo una deserción en masa de los cruzados ultrapirenaicos cuya causa parece ser la prohibición del rey Alfonso, a raíz de las terribles escenas vividas en Malagón, de saquear los nuevos territorios conquistados.



Bastante reducidos en número, continuaron su camino los ejércitos combinados en dirección sur. Antes de la batalla propiamente dicha, durante los anteriores días, se produjeron algunos encuentros armados entre ambos contendientes, simples escaramuzas, pero que anunciaban lo que estaba por llegar.





La batalla



Como siempre nos ocurre al escudriñar los entresijos de una antigua batalla, en el caso de las Navas que hoy nos ocupa, hemos encontrado muy distintas versiones, todas ellas variantes de un mismo hecho de armas, narradas con más o menos énfasis en según qué matiz interesa destacar por parte de quien la describa. 



Por nuestra parte, vamos a intentar ser lo más imparciales que nos sea posible, describiendo los hechos tratando de encajar las distintas perspectivas en un relato sencillo y breve.



De entrada el número de contendientes que se baraja hoy en día es muy inferior al que, en nuestros tiempos de estudiantes, se daba por bueno. 200.000 musulmanes frente a 120.000 cristianos son cifras que hoy por hoy, todas las fuentes coinciden en dar por exageradas. Los nuevos estudios las reducen muy notablemente (la mitad, un tercio e incluso menos, de las de antaño) aunque casi todas coinciden en mantener una superioridad numérica almohade muy similar en porcentajes, que varían siempre por debajo, del dos a uno.



También hay coincidencia en la distribución general de las distintas fuerzas. Siguiendo esas pautas hemos representado el orden de batalla de ambos contendientes bajo el siguiente esquema:










Esquema de la batalla





En lo alto del cerro (parte superior del dibujo) se sitúan a retaguardia las fuerzas de élite del Miramamolín Al Nasir, su guardia negra. En vanguardia, la primera línea de batalla estaba compuesta por las tropas de voluntarios tanto andalusíes como los más fanáticos religiosos llegados del otro lado del Mediterráneo. Tropas estas de lo que se denominaría infantería ligera, con escasa equipación e instrucción militar, poca disciplina y ninguna experiencia. Entre ambas partes, en el centro mismo del cuerpo central, se situaban los eficientes arqueros árabes. En las alas la caballería, expertos jinetes de ligeros caballos, también muy hábiles con el manejo del arco.



Por su parte, las tropas cristianas se distribuían de la siguiente forma. A retaguardia las mesnadas reales de los tres monarcas, compuesta por sus más fieles y mejor equipados hombres. La caballería pesada de la época. Siendo el ala izquierda dirigida por el rey de Aragón y el ala derecha por el de Navarra, Alfonso el instigador de esta campaña, será el que se encargue de ocupar el centro de la retaguardia.



Delante de estas tres formaciones se encontraban distribuidas tropas de distintos tipos y orígenes, siendo el centro ocupado por las distintas ordenes militares, consideradas tropas de élite de la época, flanqueadas por las más débiles y heterogéneas tropas como las milicias concejiles y otras. Coordinando en centro y los flancos Núñez de Lara. Por último al frente de la también heterogénea vanguardia y en el centro mismo coordinando toda la primera línea de ataque, Don López de Haro, señor de Vizcaya.



Aunque los distintos movimientos de tropas se prolongaron durante varias horas bajo el sol andaluz de aquella mañana de julio, para la descripción de la batalla propiamente dicha y huyendo de toda literatura superflua o tendenciosa, hemos dividido la acción, en las tres fases que reflejamos en el esquema superior:





FASE 1. la vanguardia cristiana se lanza ladera arriba al encuentro del enemigo. Durante este primer asalto es de suponer un alto número de bajas entre los asaltantes debidas a los arqueros árabes. Al llegarse al cuerpo a cuerpo resultando ya inútil el arco, el combate está en manos de la habilidad individual de los combatientes de primera línea.



En un momento determinado del combate las tropas de Al Nasir ceden o más bien lo parece pues a decir de los expertos en el tema militar, todo forma parte de una maniobra, una falsa retirada, que pretende atraer al enemigo haciéndole caer en una trampa siendo envuelto por las alas de la caballería ligera musulmana. La técnica de ataque y retirada ya descrita aquí en anteriores entradas y vista puesta en práctica en otras batallas publicas en este mismo blog, era la misma utilizada tan solo unos años antes en Alarcos y que tan buenos resultados les había dado en aquella ocasión. 



Al Nasir estaba convencido de que volvería a dar resultado. Además su superioridad numérica era abrumadora. Nada le hacía pues temer que las cosas fueran a torcerse.



Pero se dice que de los errores se aprende, y aunque en la guerra no siempre es así, la Historia está plagada de ejemplos, en esta ocasión el desastre de Alarcos había calado tan hondo entre los dirigentes cristianos, que su huella dejó un claro ejemplo de lo que no se debe hacer en el campo de batalla: seguirle el juego al enemigo.


Las dotes de mando y control de los comandantes, la capacidad de transmitir y recibir ordenes, la disciplina de las tropas, la coordinación de fuerzas... tuvieron que ser factores determinantes aquel 16 de julio de 1212. El caso es que la maniobra no obtuvo el efecto deseado y las líneas cristianas lejos de entrar al trapo, y desbarajustarse en persecución del enemigo se mantuvieron en su sitio y recompusieron sus filas cubriendo las numerosas bajas con tropas de refuerzo.


FASE 2. Durante el siguiente choque la superioridad numérica parece que comienza a pasar factura a los cristianos que tienen un desigual comportamiento en el campo de batalla, siendo las Ordenes Militares quienes mantienen su puesto de manera más firme. López de Haro, que había comenzado la jornada llevando a su cargo cuatrocientos caballeros, contaba ya tan solo con apenas cuarenta, pero también se mantenía firme. Pero muchos de los hombres que formaban parte de las milicias locales comenzaban a flojear. Su huida en grandes cantidades del campo de batalla, será interpretada como el momento adecuado para poner en acción a la caballería árabe situada en los flancos. Debió ser este un momento crucial en la batalla, puesto que la entrada en combate de tal número de efectivos debería hacer inclinar pronto la balanza de una forma definitiva del lado musulmán. Entramos en lo que clasificamos como la tercera fase de la batalla.


FASE 3. Desde retaguardia los tres monarcas debieron darse cuenta pronto de la situación que se avecinaba. Había que tomar una determinación... y rápido. Las opciones: retirarse y "salvar los muebles", es decir conservar lo que les queda intacto de su ejercito y tal vez luchar otro día, o jugársela a todo o nada con los hombres de los que aun disponen.


Parece que fue Alfonso quien primero tomó la decisión. Alzando bien visible su pabellón, indicó a sus aliados cuales eran sus intenciones. Ambos sin dudarlo respondieron al gesto lanzándose a la carga colina arriba. Posiblemente el gesto resuelto de los tres reyes infundiera ánimos entre sus tropas enzarzadas en tan apurado combate... el caso es que las tornas cambiaron rápidamente probablemente en cuestión de minutos. Quizá solo el tiempo necesario para que la furiosa embestida cristiana alcanzara los altos del cerro. El choque debió ser brutal, estremecedor, sangriento. Pero resultó decisivo. Superadas las primeras defensas de la guardia negra, Al Mundir se verá obligado a abandonar precipitadamente su campamento para salvar la vida. La batalla estaba sentenciada. Lo demás es Historia.



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