jueves, 10 de enero de 2019

Banderas, estandartes, gonfalones...


Un poco de historia

La historia de la bandera está  unida a la de las insignias o símbolos empleados por los hombres desde la más remota antigüedad para distinguirse unos de otros en el campo de batalla. Chinos, hindúes o egipcios, por poner tres arquetipos de civilizaciones antiguas, ya usaban, bien pintados sobre tela o bien sobre madera, símbolos abstractos o geométricos, animales sagrados, o terribles monstruos imaginarios, con los que se identificaban en la lucha con el adversario.
Algunos ejemplos de ello podrían ser: el buey Apis de los egipcios, el águila dorada de los persas, el león coronado de los armenios, la paloma de los babilonios, la letra tau de los hebreos... 
Y más adelante son bien conocidas y estudiadas las insignias, "signum", de las distintas legiones romanas y su evolución en el tiempo.




Durante la edad media, el tiempo que nos ocupa en este blog, fueron los condes francos, ostrogodos o visigodos los que establecieron nuevos tipos de insignias que derivarán en Europa, hacia lo que conocemos hoy por banderas. Se tratará de una pieza de tela de forma triangular llamada gonfalón o también denominada confalón. 

Ya en plena Edad Media comenzará a emplearse también la palabra bandera de origen germano "bandra", que significa signo, para definir este tipo de emblemas de combate. 
Otro término empleado será el de pendón, que viene del latín "pendere", es decir, estar colgado. También de origen medieval, será el término estandarte ya utilizado por ejemplo por el rey Alfonso X el Sabio en las Siete Partidas
Las formas de estos emblemas irán ampliándose tendiendo hacia formas cuadradas o rectangulares rematadas bien en uno o varios picos, bien en redondo.




Pendones y estandartes se emplearán ya no solo en el campo de batalla para distinguir un adversario de otro, sino como forma de distinguirse un caballero (y sus hombres) de otro, ya sea en combate ya sea en torneos. Cada noble o caballero disponía de su propio estandarte o gallardete: un pequeño paño de tela en la punta de la lanza, cuyo símbolo o conjunto de símbolos, se repetía en el escudo, vestimenta e incluso en la gualdrapa del caballo, para distinguirse claramente en todo momento, tanto de sus adversarios como de sus aliados. Este conjunto de símbolos es lo que se denominará el escudo de armas de un caballero,  siguiéndose para su diseño unas estrictas normas o reglas que serán perfectamente definidas en lo que acabará denominándose el arte de la heráldica. 



 A finales del siglo XII, leyes precisas y desde entonces inmutables, regularían los principios seguidos por la ciencia de la heráldica. Su origen se remonta a fines del siglo XI, cuando en Occidente comienzan a añadirse piezas protectoras al casco que hacen irreconocible al combatiente. Los caballeros empezaron entonces a pintar en sus escudos figuras geométricas, animales o plantas, siempre los mismos, para ser reconocidos con facilidad en el campo de batalla. Otros autores achacan a los torneos la causa por la que los caballeros deciden adoptar emblemas determinados y llevarlos para siempre, para poder ser reconocidos.





Si la familia de un caballero llegaba a ser bastante conocida, a este le resultaba útil emplear el mismo emblema que su padre, o uno muy similar, para que todos se dieran cuenta de la relación.


Por ejemplo un hijo podía llevar la cota de su padre añadiéndole un lambel (especie de dibujo almenado) para diferenciarlo; el segundo o tercer hijo llevarían distintos lambeles o combinarían las cotas de las dos familias en diferentes particiones del escudo.




Escudo por combinación en cuartelado


A medida que la simbología se complicaba, hicieron falta personas con conocimientos especiales, que conocieran y pudieran identificar los distintos emblemas con solo una ojeada, así como que conocieran reglas de comportamiento en torneos y justas, estos hombres eran los heraldos. Así la ciencia del blasón progresó rápidamente. Los tratadistas alemanes se ocuparon de estudiar el escudo en si, su origen simbolismo, normas e historia. Por su parte los franceses se dedicaron a buscar el lenguaje y terminología heráldicos, acabándose por imponer estas normas con el paso del tiempo en toda Europa.




También villas y ciudades dispusieron de emblemas propios otorgados generalmente por el rey en premio a una acción. Son los llamados pendones concejiles.  Las distintas Ordenes Militares de la época dispusieron asimismo de estandartes propios otorgados, en este caso, por el Papa.






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