lunes, 2 de agosto de 2021

Guerreros medievales: Los almogávares. Orígenes


LOS ALMOGÁVARES. Sus orígenes



No solo de caballeros habla este blog, hoy hablaremos de los guerreros almogávares. 

En una turbulenta época de permanentes confrontaciones fronterizas entre los reducidos reinos cristianos del noreste de nuestra península ibérica y las distintas taifas musulmanas de más al sur, siempre en lucha por hacerse con nuevos territorios, en la llamada tierra de nadie,  surgen los primeros guerreros almogávares.

Hoy conoceremos quienes eran, cuales fueron sus orígenes, que aspecto tenían y como combatían.



Pero, vayamos por partes


Un poco de historia

En lo que se refiere a lo que hoy conocemos como Aragón, la conquista musulmana de la península ibérica quedara frenada en las tierras altas de este lado de los pirineos allá por el siglo VIII dando lugar a una serie de territorios independientes que serán los focos desde donde partirá, tiempo después, la reconquista del valle del Ebro.


Este era y es un territorio agreste, donde la ganadería, más que la agricultura, tenía por entonces una particular importancia económica. El pastoreo de temporada precisaba de los pastos de invierno de los valles más al sur para su supervivencia, valles que ahora habían quedado bajo dominio musulmán. Toda una forma de vida, que dadas las circunstancias, parecía estaba abocada a desaparecer, dejando en la miseria a montones de hogares.
Pronto los pastores de la zona, se vieron en la necesidad de cambiar drásticamente de vida. Y qué otra forma de hacerlo, que volverse en contra de aquellos que les impedían continuar llevando su tradicional modo de vida. 
Sin nada que perder, organizados en pequeños grupos inconexos, de cuatro o cinco hombres apenas, comenzaron a dedicarse a realizar breves y rápidas incursiones en territorio enemigo en busca de algún pequeño botín. Apenas provistos de nada que pudiera llamarse un equipo bélico, lucharían con cuanto estuviera a su alcance. Como armas características contarían con una especie de lanza corta ("azcona") y un cuchillo de hoja muy ancha ("colltell") muy similar al de los empleados hoy en las carnicerías. Completarían su equipación, con un par de pesadas jabalinas, muy adecuadas para lanzar a corta distancia. Su protección consistiría únicamente en una especie de túnica sin mangas, o chaleco grueso y largo de piel de oveja. Calzaban unas sencillas abarcas de piel, fuertemente entrelazadas hasta los tobillos.
Los primeros cascos de que dispusieron, y que serían en adelante, como el resto de su equipo, toda una seña de identidad, tendrían una forma semiesférica y estarían compuestos por una serie de tiras metálicas entrecruzadas en horizontal y en vertical dejando zonas huecas (esta forma reticular tan peculiar les daría el nombre: "capell de ret", casco de red). Probablemente estos cascos contaran con un forro interior de tela o piel para proteger el cuero cabelludo del roce directo con el metal y quizás en algunos casos, dispusieran de barboquejo con el que fijarlo a la cabeza. Primitivo pero muy fácil de fabricar por cualquier herrero de la época. (Como veis, todo muy casero).
Capaces de sobrevivir sobre la marcha, su conocimiento del terreno, su ferocidad y la ligereza de sus pies serían sus mejores aliadas. 

Pronto estos hombres vieron en el poder de sus brazos, una nueva forma de vida alternativa a aquella que se les había arrebatado. Correrían algo de riesgo ocasionalmente, pero les compensaría como para vivir con cierto desahogo durante el resto del tiempo. Así pocas generaciones después, aquellos rudos pastores pirenaicos, acabaron por transformarse definitivamente, en bandidos salteadores.

Dejando atrás pues sus orígenes pastoriles, su comportamiento no los distinguiría de unos simples forajidos, si no fuera por que, sus acciones siempre iban encaminadas a infligir daños en sus vecinos del sur, aquellos a quienes consideraban culpables de verse abocados a su nueva vida. 
Condes y reyes cristianos verán en ellos una herramienta muy útil para mantener a raya a sus adversarios. Con sus continuas razzias, los pastores-guerreros obligarán al enemigo a estar siempre en guardia, en aquellos territorios fronterizos, cuya inestable situación los ha llevado a la despoblación. Esta nueva tierra de nadie, fértil pero abandonada, habrá privado de numerosos recursos a los musulmanes que, encastillados en sus fortalezas, vigilantes desde su amplia red de atalayas construidas a lo largo de la frontera, se limitarán a mantenerse a la defensiva.

Estos pastores-guerreros, alentados por la nobleza local, se organizarán en grupos mayores de unos veinte o treinta individuos para ampliar sus objetivos, cada vez más ambiciosos. Comenzarán a ser conocidos como almogávares.
Pero, ¿de donde les viene la denominación de almogávares?
Tal vocablo tiene sin duda origen árabe, y podría hacer alusión, según derive de al-mujawir, a "el que provoca algaradas", o más probablemente de al-mogawir, referirse a "el corredor que roba (en) el campo". 

En una crónica escrita entre los años 887 y 955, se cita a unas tropas (atención) sarracenas especializadas en ataques sorpresa y saqueos, compuestas por pequeños grupos armados, a las que se les denomina como almogávares y que se encuentran presentes entre las tropas de la ciudad de Saraqusta (la actual Zaragoza).

Por similitud quizá del comportamiento de estas tropas musulmanas dedicadas al saqueo y al ataque por sorpresa, nuestros pastores-guerreros-saqueadores acabarían siendo identificados también como almogávares.

Pero continuando cronológicamente con nuestro relato, la primera referencia, que haga mención a fuerzas almogávares cristianas sirviendo a los intereses de una corona, la encontraremos en las Crónicas de Aragón escritas por el historiador y cronista de Aragón Jerónimo Zurita (1512-1580) cuando menciona que, en tiempos del rey Alfonso I el batallador, con vistas a la futura conquista de la ciudad de Zaragoza, refuerza con este tipo de tropas, la fortaleza de El Castellar, entre los años 1105 ó 1110La referencia es muy escueta y apenas se limita a mencionarlos de pasada. Después nada destacable. No obstante sus acciones guerreras continuaron dándoles una fama cada vez más relevante.

Hacia el año 1280 la Corona de Aragón, frenado su crecimiento territorial en la península por el reino de Castilla, atacaba Sicilia entonces en  manos francesas. Aquí sería donde los almogávares se ganaron su tremenda reputación, luchando contra los todopoderosos caballeros franceses, a quienes derrotaron unas andrajosas tropas de mercenarios asilvestrados. 
Finalizada la campaña italiana, en el año 1302 el emperador bizantino Andrónico II, los contrataría para luchar contra la amenaza turca. Los almogávares cumplirían sobradamente con las expectativas del emperador. 





























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