Tras la muerte en el año 1002 de Almazor, general en jefe de los ejércitos del débil Hixem II, se apodera del trono de Al- Andalus, Solimán, un usurpador cuya ambición personal cubrirá de sangre su reinado, hasta ser finalmente asesinado. Los nobles cordobeses nombran entonces al omeya Hixem III, pero es todavía más calamitoso que el segundo de los Hixem, por lo que pronto una extendida anarquía, destruirá la unidad árabe en España. Se crearán los llamados Reinos de Taifas. Casi cada ciudad o pueblo de Al-Andalus se proclama independiente, poniendo a su frente a notables locales.
Uno de los reinos que englobó comarcas hoy aragonesas, fue el de Albarracín. Su territorio se extendió por los cursos altos de los ríos Guadalaviar y Jiloca, más el trazado completo del río Alfambra. Salvadas a duras penas de las apetencias de su vecino, el rey moro zaragozano, tanto Alfonso VI de Castilla, como el Cid, devastarán sus tierras, pero una y otra vez saldrán a flote, hasta que serán los almorávides quienes acaben con su independencia.
En el siglo XII este enclave resurgirá en la historia peninsular como señorío cristiano independiente, con el nombre de Santa María de Abén Razín. Esta independencia durará hasta finales del siglo XIII, cuando acabe integrándose en la Corona de Aragón
La ciudad ocupa un meandro encajado del río Guadalaviar. Sus empinadas callejuelas empedradas, repletas de balcones y voladizos que casi se rozan unos frente a otros, el característico color rodeno de la zona reflejado en sus fachadas... hacen de esta localidad un lugar imprescindible de visitar de la provincia de Teruel.
La catedral, del siglo XVI, heredera del estilo gótico levantino |
Callejear por Albarracín es descubrir siempre un rincón nuevo |
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