En tal mes como hoy...
hace justamente quince años...
hace justamente quince años...
En septiembre del 2014 desde la Asociación cultural Mesaches presentábamos en la junta de distrito del barrio de la Almozara de Zaragoza, nuestro proyecto de encuentro de asociaciones recreacionistas, conocido abreviadamente como Las Justas de San Jorge.
Tras meses de intensas negociaciones, de tira y afloja y zancadillas varias, el 23 de abril de 2005 se celebraban por fin en nuestra ciudad las primeras Justas de San Jorge, rememorando los antiguos torneos medievales que por aquellas mismas fechas se organizaban en honor al santo patrón del Reino de Aragón.
Las dificultades in situ también fueron muchas aquellas primeras Justas. El día previo al inicio de la jornada, las vallas que se solicitaron para cerrar el espacio, no habían llegado, por lo que los muchos vehículos aparcados en el solar donde se iba a realizar el evento, impidieron el montaje de aquellos puestos que, por el tamaño o lo complejo de sus estructuras, necesitaban montar mucho antes que el resto. Hasta tal punto les resultó imposible que varios tuvieron que desistir de ello y abandonarnos. Nada que reprocharles pues además a esas alturas, tampoco había ni puntos de luz, ni agua. Y para colmo de males, de madrugada comenzó a caer una tromba de agua que no cesó en intensidad hasta casi media mañana impidiendo el montaje del resto de artesanos que ya comenzaban a acudir al evento. Pero en aquellos momentos parecíamos estar bajo el diluvio. Aun tuvimos algún abandono. Haciendo recuento, número de puestos de artesanía se vio reducido a tan solo unos pocos menos de la mitad previstos. Empezábamos mal. No obstante unos cuantos valientes se quedaron, poniendo al mal tiempo buena cara. Tan pronto la lluvia amainó, todo el mundo se puso en acción. Había que empezar a montar cuanto antes, pues ya íbamos con bastante retraso.
La lluvia cesó o casi, hasta convertirse en solo cuatro gotas y el cielo amenazaba todavía, pero la previsión meteorológica anunciaba buen tiempo para el resto del día
Contra el tiempo no se podía hacer nada, solo esperar que el parte no se equivocara y el público se atreviera a salir a la calle aquel día festivo de San Jorge. En cuanto al espacio vacío, no ocupado por los puestos inicialmente previstos debido a las circunstancias, fue cubierto en buena parte con algo de improvisación. Se instaló un punto informativo, que dado lo útil que nos resultó, después ha sido una constante en el resto de ediciones. Nuestra asociación montó una carpa propia, algo que no estaba contemplado en un principio, con el improvisado rótulo de Agrupación de caballeros templarios de la encomienda de Zaragoza. Por su parte la taberna habilitó un espacio extra para merendero y se buscaron nuevas carpas para estar a cubierto, así como mesas y sillas, material todo él prestado por el centro cívico de la zona. Demasiados cenadores de jardín para nuestro gusto pero eso era preferible al vacío. La mayoría de asociaciones y colectivos de la tercera edad etc no disponían de equipamiento propio para un acontecimiento así. Esto era algo con lo que ya contábamos desde un principio y se dio por bueno el uso de este tipo de carpas como solución al problema del cubrimiento de estos puestos. Los artesanos con sus tradicionales puestos, generalmente bien ambientados le darían un toque más medieval al espacio que se nos había asignado para el desarrollo del evento (por otra parte un polvoriento y desolado pedregal). Pero "las normativas" nos impidieron montar ni en la arboleda (foto inferior angulo izquierdo) ni en el estupendo parque a los pies de la Aljafería. (¿absurdo?). El problema es que ante el escaso número de artesanos que optaron por desafiar a la lluvia y quedarse, la proporción de puestos profesionales-entidades no lucrativas quedaba en casi un uno a uno. Ni con toda la decoración del mundo, que no la teníamos, podría ambientarse aquello. Además aquello no era en esos momentos una prioridad. El publico pese a la llovizna comenzaba a afluir al recinto. Nos iban a pillar aún en vaqueros.
la cara de preocupacion de algunos artesanos a primera hora, resultaba elocuente |
La lluvia cesó o casi, hasta convertirse en solo cuatro gotas y el cielo amenazaba todavía, pero la previsión meteorológica anunciaba buen tiempo para el resto del día
Contra el tiempo no se podía hacer nada, solo esperar que el parte no se equivocara y el público se atreviera a salir a la calle aquel día festivo de San Jorge. En cuanto al espacio vacío, no ocupado por los puestos inicialmente previstos debido a las circunstancias, fue cubierto en buena parte con algo de improvisación. Se instaló un punto informativo, que dado lo útil que nos resultó, después ha sido una constante en el resto de ediciones. Nuestra asociación montó una carpa propia, algo que no estaba contemplado en un principio, con el improvisado rótulo de Agrupación de caballeros templarios de la encomienda de Zaragoza. Por su parte la taberna habilitó un espacio extra para merendero y se buscaron nuevas carpas para estar a cubierto, así como mesas y sillas, material todo él prestado por el centro cívico de la zona. Demasiados cenadores de jardín para nuestro gusto pero eso era preferible al vacío. La mayoría de asociaciones y colectivos de la tercera edad etc no disponían de equipamiento propio para un acontecimiento así. Esto era algo con lo que ya contábamos desde un principio y se dio por bueno el uso de este tipo de carpas como solución al problema del cubrimiento de estos puestos. Los artesanos con sus tradicionales puestos, generalmente bien ambientados le darían un toque más medieval al espacio que se nos había asignado para el desarrollo del evento (por otra parte un polvoriento y desolado pedregal). Pero "las normativas" nos impidieron montar ni en la arboleda (foto inferior angulo izquierdo) ni en el estupendo parque a los pies de la Aljafería. (¿absurdo?). El problema es que ante el escaso número de artesanos que optaron por desafiar a la lluvia y quedarse, la proporción de puestos profesionales-entidades no lucrativas quedaba en casi un uno a uno. Ni con toda la decoración del mundo, que no la teníamos, podría ambientarse aquello. Además aquello no era en esos momentos una prioridad. El publico pese a la llovizna comenzaba a afluir al recinto. Nos iban a pillar aún en vaqueros.
El publico, que no entiende de retrasos, consideró que ya era hora y comenzó a traspasar el cordón preventivo |
Las vallas solicitadas habían llegado por fin (en realidad la mitad de las que se habían pedido) y claro está a esas horas empezaban a faltarnos manos.
Se priorizó darle vidilla al espectáculo y trabajar el resto de los detalles cuando el público (esperabamos) se alejara del recinto siguiendo la estela de jinetes y soldados, hacia el Palacio de la Aljaferia.
Finalmente y a pesar de todas las dificultades expuestas, se ponía en marcha el desfile programado, simplemente con un mínimo de retraso sobre el horario previsto.
Abrían el vistoso desfile las gentes del Mío Cid con el propio Don Rodrigo Díaz de Vivar al frente acompañado por el mismísimo Al-Muqtadir, rey de la Taifa de Zaragoza, que a paso lento hacían su entrada en el recinto ferial seguidos de una hueste observada con curiosidad, por unos vecinos extrañamente ataviados.
Mujeres y niñ@s acompañaban a sus bravos maridos, padres y hermanos
Tras atravesar el recinto, el desfile continúa por los andadores del moderno parque de la almozara, lugar que en tiempos de la edad media era en donde se celebraban las justas y torneos así como anteriormente las maniobras y desfiles de los elegantes ejércitos musulmanes de la taifa de Zaragoza. En su recta final se alcanza el corredor que rodea el foso del imponente palacio de la Aljafería
El resto de tropas que componían el desfile, que aquí vemos parcialmente, eran encabezadas por dos miembros de nuestra asociación (el resto se quedaron abajo reorganizando), e iban seguidas a escasa distancia, por un público cada vez más numeroso, que se añadía así al que ya estaba en los alrededores en espera, cámara en mano.
Se priorizó darle vidilla al espectáculo y trabajar el resto de los detalles cuando el público (esperabamos) se alejara del recinto siguiendo la estela de jinetes y soldados, hacia el Palacio de la Aljaferia.
Finalmente y a pesar de todas las dificultades expuestas, se ponía en marcha el desfile programado, simplemente con un mínimo de retraso sobre el horario previsto.
Abrían el vistoso desfile las gentes del Mío Cid con el propio Don Rodrigo Díaz de Vivar al frente acompañado por el mismísimo Al-Muqtadir, rey de la Taifa de Zaragoza, que a paso lento hacían su entrada en el recinto ferial seguidos de una hueste observada con curiosidad, por unos vecinos extrañamente ataviados.
El cielo todavía cubierto aun amenazaba con estropear la jornada |
Mujeres y niñ@s acompañaban a sus bravos maridos, padres y hermanos
Tras atravesar el recinto, el desfile continúa por los andadores del moderno parque de la almozara, lugar que en tiempos de la edad media era en donde se celebraban las justas y torneos así como anteriormente las maniobras y desfiles de los elegantes ejércitos musulmanes de la taifa de Zaragoza. En su recta final se alcanza el corredor que rodea el foso del imponente palacio de la Aljafería
El resto de tropas que componían el desfile, que aquí vemos parcialmente, eran encabezadas por dos miembros de nuestra asociación (el resto se quedaron abajo reorganizando), e iban seguidas a escasa distancia, por un público cada vez más numeroso, que se añadía así al que ya estaba en los alrededores en espera, cámara en mano.
Grupo de caballeros hospitalarios llegados de Caspe |
Tan solo faltaban en este desfile los caballeros justadores pertenecientes al grupo Ferruza, especialistas en esta clase de lides, los cuales estaban en esos momentos equipándose adecuadamente (tarea ardua y engorrosa) para los combates que estaban a punto de comenzar, enlazando con la terminación del primer acto de la mañana, justo un poco más arriba, en las puertas del Palacio (pero no nos adelantemos).
Una vez a las puertas de la Aljafería, al otro lado del foso concretamente, se llevó a cabo una breve recreación teatralizada a cargo de los componentes de la Asociación cultural Mio Cid, la cual daba pie tanto a la celebración de un "improvisado" torneo entre caballeros de ambos bandos, como a la actuación que a la tarde tendría lugar en la explanada del recinto ferial. Con ello y tras unos breves minutos para que cada grupo tuviera ocasión de inmortalizar el momento tomándose unas instantáneas de auténtica postal, ante tan bella construcción, se comenzó el descenso hacia la explanada. En nuestro regreso fuimos orientando al público hacia el siguiente espectáculo previsto allí, el torneo entre caballeros.
Al poco de comenzar el torneo, la explanada presentaba este aspecto. El retraso inicial se estaba reduciendo.
A las doce y media, tras la finalización del torneo, el espectáculo enlazaba el término de los combates con el comienzo de las danzas medievales. El cielo comenzaba a despejar y además el horario se cumplía al fin.
Una media hora más tarde, tras la actuación del grupo de baile perteneciente a la asociación Mio Cid, el resto del componentes de la misma, ya estaban preparados para continuar la recreación teatral en el centro de la explanada.
De nuevo una breve pero intensa actuación, que dejaba al publico en un impás que no se resolvería sino algo después, al comenzar la tarde.
Las catorce horas. Un descanso por fin. El reposo del guerrero
El desenlace de la obra teatral, estaba previsto que comenzara a las cinco de la tarde según el programa, pero se decidió retrasar algo en vista de que el público estaba todavía comenzando a afluir. Para quienes ya estaban allí o acababan de llegar, el grupo de teatro Ars Scénica, con su particular gracejo para estas cosas, se encargó de mantener en vilo al espectador de primera fila interactuando con él aquí y allá, hasta el comienzo del último acto de la recreación. Para entonces el sol ya había hecho al fin acto de presencia y parecía que definitivamente iba a quedarse. El aspecto del recinto era este.
La obra termina con un final feliz, un acuerdo entre ambas partes que se rubrica con un gran baile de conciliación.
De nuevo el espectáculo iba con retraso sobre el horario previsto, aunque esta vez había sido deliberado y había merecido la pena. Además aun había tiempo para el resto de actividades y talleres. Iniciación al tiro con arco, a la danza oriental, cuentacuentos, pasacalles, malabaristas...
Para finalizar, a eso de las ocho y media de la tarde, se llevó a cabo una pequeña ceremonia en las que los diferentes grupos de asociaciones y colectivos participantes, así como cada uno de los artesanos que apostó por quedarse al evento, recibió un diploma acreditativo de manos del presidente de la Junta de distrito de la almozara, el concejal Luis Pastor.
Se suponía que con esto se daba por finalizada la agotadora jornada. Pero el público no se daba por aludido y continuó visitando el recinto. Siempre al quite, los chicos y chicas de Ars Scénica se ofrecieron a aportar de nuevo su granito de arena, hasta que hiciera falta y la jornada se prolongó bastante más allá del horario previsto.
Fallaron muchas cosas, potencia eléctrica (saltaron los fusibles varias veces a lo largo de la tarde) contenedores de basura suficientes, iluminación complementaria... pequeños detalles. A la definitiva, las distintas actividades programadas se llevaron a cabo tal como estaban previstas gracias a la ilusión y a la labor desinteresada de las diferentes asociaciones participantes a las cuales queremos agradecer hoy de nuevo su colaboración.
Una vez a las puertas de la Aljafería, al otro lado del foso concretamente, se llevó a cabo una breve recreación teatralizada a cargo de los componentes de la Asociación cultural Mio Cid, la cual daba pie tanto a la celebración de un "improvisado" torneo entre caballeros de ambos bandos, como a la actuación que a la tarde tendría lugar en la explanada del recinto ferial. Con ello y tras unos breves minutos para que cada grupo tuviera ocasión de inmortalizar el momento tomándose unas instantáneas de auténtica postal, ante tan bella construcción, se comenzó el descenso hacia la explanada. En nuestro regreso fuimos orientando al público hacia el siguiente espectáculo previsto allí, el torneo entre caballeros.
Al poco de comenzar el torneo, la explanada presentaba este aspecto. El retraso inicial se estaba reduciendo.
Imagen del recinto tomada dese la loma superior |
A las doce y media, tras la finalización del torneo, el espectáculo enlazaba el término de los combates con el comienzo de las danzas medievales. El cielo comenzaba a despejar y además el horario se cumplía al fin.
Una media hora más tarde, tras la actuación del grupo de baile perteneciente a la asociación Mio Cid, el resto del componentes de la misma, ya estaban preparados para continuar la recreación teatral en el centro de la explanada.
De nuevo una breve pero intensa actuación, que dejaba al publico en un impás que no se resolvería sino algo después, al comenzar la tarde.
Las catorce horas. Un descanso por fin. El reposo del guerrero
El desenlace de la obra teatral, estaba previsto que comenzara a las cinco de la tarde según el programa, pero se decidió retrasar algo en vista de que el público estaba todavía comenzando a afluir. Para quienes ya estaban allí o acababan de llegar, el grupo de teatro Ars Scénica, con su particular gracejo para estas cosas, se encargó de mantener en vilo al espectador de primera fila interactuando con él aquí y allá, hasta el comienzo del último acto de la recreación. Para entonces el sol ya había hecho al fin acto de presencia y parecía que definitivamente iba a quedarse. El aspecto del recinto era este.
Momento del comienzo de la representación. Los actores salen a escena. El publico abarrota el espacio |
La obra termina con un final feliz, un acuerdo entre ambas partes que se rubrica con un gran baile de conciliación.
De nuevo el espectáculo iba con retraso sobre el horario previsto, aunque esta vez había sido deliberado y había merecido la pena. Además aun había tiempo para el resto de actividades y talleres. Iniciación al tiro con arco, a la danza oriental, cuentacuentos, pasacalles, malabaristas...
Para finalizar, a eso de las ocho y media de la tarde, se llevó a cabo una pequeña ceremonia en las que los diferentes grupos de asociaciones y colectivos participantes, así como cada uno de los artesanos que apostó por quedarse al evento, recibió un diploma acreditativo de manos del presidente de la Junta de distrito de la almozara, el concejal Luis Pastor.
Se suponía que con esto se daba por finalizada la agotadora jornada. Pero el público no se daba por aludido y continuó visitando el recinto. Siempre al quite, los chicos y chicas de Ars Scénica se ofrecieron a aportar de nuevo su granito de arena, hasta que hiciera falta y la jornada se prolongó bastante más allá del horario previsto.
Fallaron muchas cosas, potencia eléctrica (saltaron los fusibles varias veces a lo largo de la tarde) contenedores de basura suficientes, iluminación complementaria... pequeños detalles. A la definitiva, las distintas actividades programadas se llevaron a cabo tal como estaban previstas gracias a la ilusión y a la labor desinteresada de las diferentes asociaciones participantes a las cuales queremos agradecer hoy de nuevo su colaboración.
Ese primer año, y pese a todo, el acontecimiento llegó a reunir ya a más de un centenar de personas ataviadas de época. Pero lo más importante de todo, establecía las bases de lo que tendrían que ser las futuras ediciones de las auténticas Justas de San Jorge.
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