lunes, 17 de junio de 2024

El feudalismo

Quizá para conocer mejor la importancia y el papel que desempeñaban los caballeros durante la Edad Media deberíamos hacer una pequeña pausa en este blog y dedicar unas líneas a explicar de forma sencilla y resumida en que consistía eso del feudalismo.

Feudalismo es un término relativamente moderno con el que se define el complejo sistema de tenencia de la tierra y las obligaciones militares y civiles en la Europa medieval.

Durante la Edad Media la nobleza disponía de tierras, feudos, porqué el rey se las había concedido, y a cambio se suponía que los nobles, debían velar por la seguridad del reino y guiar a sus soldados a la batalla cuando el rey los convocase. Sin embargo, lo cierto es que ellos, los nobles, eran quienes realmente controlaban el poder militar del reino, ya que tenían el mando directo sobre los caballeros

Unos y otros por entonces eran conscientes de su papel, y sabían lo valiosas que eran las fortificaciones: el vivir tras muros de tierra, empalizadas o murallas, en altos montículos o en torres, les permitían mantenerse a salvo de los ataques por sorpresa de los enemigos extranjeros, los vecinos codiciosos e incluso del propio rey. Así fue como empezaron a construirse los castillos (pero esto será tema para otra entrada).

Castillo de Loarre (Huesca)



Mientras los fuertes se hacían más fuertes, el pueblo llano, los campesinos, que formaban la gran masa de la población, vivían en unas condiciones ínfimas. Cuando había problemas, guerra o hambre, ellos eran los que más sufrían. Necesitaban protección, pero los tiempos en los que podían confiar en sus familias o en su jefe tribal habían pasado hace siglos. Ahora dependían del poderoso más cercano (quizás un duque o un conde) con riquezas, seguidores armados y una fortaleza, que les protegía a cambio de un precio: los campesinos debían aceptarlo como su señor y entregarle sus tierras (los que todavía las hubiesen conservado en propiedad). Podían seguir trabajándolas, pero tenían que entregar parte de la cosecha a su señor, además de trabajar en las granjas de éste y arreglar sus propias disputas en el tribunal del señor. Así, atados al señor y a la tierra, se convirtieron en siervos. No era nada nuevo, los últimos romanos ya habían tenido un sistema parecido que había sobrevivido en algunas zonas dominadas por los bárbaros. Las características exactas variaban de un lugar a otro y no hubo un sistema fijo y regular que se aplicara en todas partes. 
En nuestra Península Ibérica, por ejemplo, para mantener su independencia económica respecto del señor feudal, las ciudades libres procuraron crear un sistema de gobierno autónomo, cosa que consiguieron con cierta facilidad en aquellos reinos donde la estructura feudal era más débil. Pero, en general, en la mayor parte de Europa, el pueblo llano tenía muy poco poder.
Esto estaba en relación directa con su valor como guerreros. Generalmente, no se esperaba que los siervos llevaran armas, y sólo los campesinos libres eran reclutados en el ejército. En la batalla, tampoco eran demasiado valiosos, ya que casi ninguno podía permitirse buenas armas y una armadura, por no hablar de un caballo. No eran más que una multitud a pie y mal armada.





Derechos y deberes de los caballeros


El caballero feudal:

                Rinde fidelidad a su señor   <=>  Recibe protección y feudos de su señor

Protege e imparte justicia a sus campesinos  <=> Recibe alimentos y servicios de sus campesinos



Pero una nueva sociedad se estaba desarrollando. Resurgían  poco a poco las ciudades y con ellas una nueva sociedad, la burguesía ciudadana, cuyos intereses distaban mucho de coincidir con la estructura feudalista a la que no debía ningún favor. Gracias a eso y respaldadas por sus propias fuerzas armadas, las milicias, obtendrán nuevos derechos y libertades. Con la aparición de estos ejércitos comenzaba el declive del sistema feudal en España y pronto en Francia y Alemania, los soberanos protegieron muy especialmente el desarrollo de las grandes ciudades y sus ejércitos para usarlos en beneficio propio contra la cada vez más levantisca nobleza feudataria, relegando su poder casi absoluto en otro tiempo, a algo, en ocasiones, meramente simbólico.



































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