jueves, 20 de noviembre de 2014

Castillos aragoneses: Loarre


El castillo de Loarre es una de las fortalezas románicas europeas consideradas de mayor categoría.





Fundado quizás sobre restos romanos y con algún indicio mozárabe, consta con seguridad su existencia en época de Sancho III el Mayor. (1004-1035). Su ubicación, frente a la fortaleza musulmana de Bolea harán de él un lugar estratégico fundamental en la defensa y posterior reconquista del territorio cristiano.

Su recinto, de cinco lados, encierra un conjunto de edificaciones agrupadas irregularmente, de sucesivas épocas del románico. Inicialmente fue un reducto en lo alto del peñasco formado por torre, capilla y recinto, formación muy habitual de la época. La torre de la Reina, la pequeña capilla de la Reina y el pabellón Real corresponderían a esta primera fase de la construcción.




La torre del Homenaje será añadida con posterioridad.





Loarre vivirá su episodio de mayor esplendor al unir Sancho Ramírez, a su función militar una fundación monástica de Canónigos de San Agustín. Con la llegada de los canónigos el perímetro del recinto se amplía para dar cabida a nuevas dependencias, como los dormitorios de los monjes (el pabellón nordeste) o la nueva gran capilla (la capilla Real) Una nave de dos tramos cuya cabecera semicircular se convierte en torre de esquina para la muralla y cuya cubierta se aprovecha como camino de ronda para hacer las guardias.








Con el avance de la reconquista sobre la península, el castillo comenzará a perder su importancia estratégica inicial. Los monjes se trasladan a la abadía de Montearagón, cerca ya de Huesca. Y alrededor del castillo se crea un pequeño núcleo urbano, levantándose la magnífica muralla exterior que lo rodea, en el siglo XIII.

Sección de la muralla oriental

Tramo superior de la puerta de los Reyes, torre de acceso angular sobre base cuadrada.


Torre albarrana o exterior, vista desde el acceso por la puerta de los Reyes



La torre vista desde el camino de acceso por la puerta oriental


Finalmente, el desinterés de la corona y el traslado de la parroquia del castillo a la nueva villa fundada al pie de la sierra, lo llevarán al abandono.



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